Un repaso a los momentos clave del ruidismo y la música industrial en el siglo XX. La lista está abierta: se admiten sugerencias ruidófilas.
LUIGI RUSSOLO.
Sin él, esto no sería lo mismo. Escribió el manifiesto “El arte de los ruidos” en 1913, y a partir de ahí empezó a dar sus conciertos (pioneros del noise y la música experimental) con su máquina “Intonarumori”.
PIERRE SCHAEFFER.
El trabajo de Schaeffer y su Groupe de Recherches Musicales en los años 50, así como sus colaboraciones con Pierre Henry, dieron como fruto la creación de la “música concreta”. Grabaciones de trenes, fábricas, motores y todo tipo de ruidos extraidos del mundo real y posteriormente manipulados en el estudio para crear nuevas dimensiones sonoras. El ruido empezó a percibirse como arte.
EDGAR VARESE.
Uno de los grandes revolucionarios en la música del siglo XX. Su composición “Deserts” (1954) fue la primera pieza que combinaba instrumentos clásicos con ruidos pregrabados de fábricas y maquinaria industrial. Sus trabajos para percusión fueron precursores en transmitir la brutalidad y alienación de las cadenas de montaje del futuro.
KARLHEINZ STOCKHAUSEN.
Su trabajo fundamental, “Kontakte” (1959), es uno de los clásicos de la música electrónica, una fuente inagotable de placer y conocimiento.
IANNIS XENAKIS.
Creó sus obras fundamentales en los años 50 y 60, profundizó en la “tape music” y creó deslumbrantes universos sónicos que incluían todo tipo de ruidos y fuentes sonoras (motores, terremotos, hierros). Hoy en día todavía suena moderno y extremadamente radical.
AMM.
Pioneros en los años 60 en el campo de las improvisaciones free electrónico-ruidistas.
KLUSTER.
El grupo más extremo surgido del krautrock alemán en los primeros años 70. Formado por figuras míticas del movimiento como Conrad Schnitzler, Hans-Joachim Roedelius y Dieter Moebius. Paisajes electro-acusticos tremendamente oscuros y opresivos, sentando las bases de lo que después sería la música industrial.
KRAFTWERK.
Sus dos primeros discos encajaban perfectamente en la estética industrial por su uso del ruido, las secuencias mecánicas y repetitivas (fiel reproducción de las fábricas en su Düsseldorf natal) y las atmósferas saturadas y electrificadas.
FAUST
Experimento comunal que combinaba ruido, técnicas de collage sonoro y manipulación de sonidos, krautrock y locura generalizada.
THROBBING GRISTLE.
Propulsores de la “música industrial para gente industrial”. Absolutamente rompedores tanto en su propuesta sonora como en sus letras, actitud y estética. Con su mezcla de krautrock, experimentos electrónicos, punk, performaces subersivas y temáticas tabú, fueron los primeros en hacer música industrial tal y como la conocemos hoy en día.
SURVIVAL RESEARCH LABORATORIES.
Proyecto fundado en California a finales de los 70 por Mark Pauline y dedicado a todo tipo de violentas performances protagonizadas por máquinas, robots, restos de animales, basura, fuego y ruido industrial, sumidos en un ritual autodestructivo e inquietante.
EINSTURZENDE NEUBAUTEN.
Pasaron el krautrock por el filtro de la música concreta, el ruido (mítico el uso que hacían de las taladradoras) , la percusión metálica y el punk para así convertirse en un grupo legendario de la escena industrial.
NURSE WITH WOUND.
Sus primeros trabajos son una fascinante mezcla de música contemporanea, free jazz, krautrock, música concreta, ruido y surrealismo onírico y absurdo.
THE HAFLER TRIO.
Misterioso y enigmático grupo que mezclaba loops, samples, drones y música concreta.
NON.
Perturbadores drones, oscuros paisajes sonoros, experimentos inefables con el sonido.
WHITEHOUSE.
Pioneros en la escena del Power Electronics a principios de los 80, posteriormente imitados por miles de grupos. Brutal mezcla de ataques de ruido, gritos desgarradores, saturación máxima, perversiones sexuales, violencia sin límites y exposicion de los instintos más sucios del alma humana. Quizás el grupo más extremo de la historia.
SWANS.
En los años 80 su música se basaba en aplastantes y lentos bloques de sonido, ritmos obsesivos, atmósfera ultra-tensa y unas voces brutales y obscenas. Obra maestra su doble disco en directo “Public castration is a good idea”de 1986.
ESPLENDOR GEOMÉTRICO.
Estructuras de sonido saturadas, mecánicas y machaconas. Pioneros en la escena industrial-ruidista y sin posible comparación con lo que a principios de los 80 se estaba haciendo en España.
MERZBOW.
Lo que en un principio puede parecer un impenetrable muro de ruido nos revela numerosas capas de sonido y texturas, imágenes y grados de intensidad tras sucesivas audiciones. Figura clave del llamado “Japanoise”.
LUSTMORD.
Atmósferas subterráneas, enormes olas de sonido, drones misteriosos. Oscuro a más no poder pero bellísimo al mismo tiempo.
GODFLESH.
Estructuras sónicas lentas, corrosivas, disonantes y deformes inmersas en un mar de feedback y ruido. Un cruce entre Swans, Big Black, Killing Joke y Black Sabbath.
AUTECHRE.
Ambientes glaciales, sonidos crepitantes de origen desconocido, estructuras repetitivas de precisión matemática.
MAIN.
Sonidos ambientales de belleza impactante, drones y texturas ricas y profundas, ecos y reverb, pasajes cósmicos inductores al trance.
Para terminar, un pedazo de video de Survival Research Laboratories:
domingo, 6 de marzo de 2011
sábado, 26 de febrero de 2011
TARTAR LAMB: "Polyimage of known exits" (2011)
Extraordinarias sensaciones se desprenden de la escucha de este trabajo, a medio camino entre la experimentación ambiental y toques neoclásicos sencillos y góticos. Al igual que el “...and Poppies from Kandahar” de Jan Bang, la gran capacidad de emocionar también forma parte del discurso de esta obra. Son evocaciones que se absorben lentamente bajo la piel y que pasan a formar parte de la banda sonora de paisajes yermos de nuestro subconsciente.
miércoles, 16 de febrero de 2011
IANNIS XENAKIS: "Electronic Music"
El compositor, matemático y arquitecto griego Iannis Xenakis es una de las figuras fundamentales de la música contemporánea. Además de sus trabajos orquestales, Xenakis tuvo una faceta menos conocida: compuso algunas piezas de música electro-acústica que figuran entre las más influyentes y revolucionarias del siglo XX.
Su enfoque partía de la “música concreta” iniciada por Pierre Schaeffer (con el cual trabajó en los años 50 en su Groupe de Recherches Musicales), pero Xenakis pronto tomó su propio camino y empezó a profundizar en la “tape music” y a componer temas de carácter electro-acústico que rompieron ortodoxias y se avanzaron a su tiempo.
Xenakis recurre a todo tipo de ruidos chirriantes y granulados, muros sonoros, sugestivos ecos y ausencia total de melodías. Es una música con elementos sinestésicos porque, además de escucharse, estas composiciones pueden “verse”, ya que sus sonidos tienen un carácter visual muy pronunciado, casi cinematográfico, sus atmósferas orgánicas, sus inquietantes sonidos y las frecuencias de desconocido origen fluyen a lo largo de estructuras narrativas que estimulan nuestros sentidos y nos hacen viajar a lugares insospechados, desde el inicio de nuestra civilización hasta agujeros negros perdidos en el universo.
Partiendo de sonidos reales que luego eran transformados y manipulados (motores, terremotos, campanas, hierros, fragmentos de música pre-grabada), Xenakis elabora todo un universo sonoro en el que reproduce el sonido de galaxias en movimiento, nubes en evolución, tormentas eléctricas, animales pre-históricos, el crepitar del fuego, el frío de las galaxias inmensas, masas y densidades sonoras en movimiento, laberintos matemáticos.
La mayoría de piezas de este cd fueron grabadas en los años 50 y 60, pero suenan modernas y actuales. A pesar de estar enmarcado en la música electrónica contemporánea, las piezas de Xenakis no suenan frías, académicas ni rígidas sino que su enfoque es mucho más primitivo, directo, salvaje e intuitivo. A pesar de su origen netamente matemático y científico, de todos sus diagramas y elementos geométricos, la música de Xenakis suena libre, intensa, dramática y expresiva.
Adelantándose a su tiempo, Xenakis le estaba indicando el camino a seguir a todos los grupos que años después iniciaron géneros como la música industrial, el dark ambient o el power electronics, desde Throbbing Gristle y Whitehouse hasta Lustmord o Maurizio Bianchi.
miércoles, 2 de febrero de 2011
SONS OF OTIS: "Exiled" (2009)
Desde las cavernas más profundas del universo stoner, el trío canadiense Sons Of Otis nos ofreció en 2009 su quinto álbum, titulado “Exiled”. El sonido del grupo continúa avanzando sin sorpresas en su intento de crear el stoner rock más ácido, espacial y bluesero en los confines de nuestra galaxia, algo normal teniendo en cuenta su consumo habitual de hierba y sustancias así como su admiración por los sonidos vintage y los riffs pesados y lisérgicos.
“Exiled” es seguramente su mejor disco hasta la fecha, el más conseguido y trabajado, tanto a nivel de sonido como de canciones, y con un grupo que suena engrasado y entendiéndose a la perfección. Sonido denso pero con guitarras cálidas y acogedoras, atmósfera con mucho espacio y reverb donde los riffs fluyen y el grupo se suelta con elegancia y clase, el caso más claro es el de la jam instrumental “Oxazejam” donde el grupo llega a unos niveles de guarrería sonora pantanosa y orgásmica entre oleadas de ácido, wah y feedback por doquier.
Sons of Otis siguen con su particular acercamiento al stoner cósmico y siguen con su preferencia por la repetición obsesiva: los temas contienen uno o como mucho dos riffs mastodónticos que se repiten incesantemente, algo que a buena parte del público stoner se le puede hacer pesado, pero ahí reside uno de sus grandes aciertos, en la hipnosis creada por sus riffs, repetitivos, sí, pero absolutamente hipnóticos y cautivadores.
Además del gusto por los riffs monolíticos, el trío da rienda suelta a su pasión por las jam sessions, la psicodelia y el blues, géneros que empapan con sus colores y sonidos cada segundo de este disco, en un cruce bastardo entre Black Sabbath, Robin Trower y Sleep, con permiso del Hendrix en su etapa final con la Band of Gipsys.
A destacar esa versión del “Iron horse / Born to lose” que Motörhead grabaron para su primer disco en 1976 y que ya sonaba muy stoner para su época, aunque por supuesto Sons of Otis lo traen a su propio terreno y lo transforman en una canción completamente nueva y marca de la casa.
Sons Of Otis siguen en su viaje alucinógeno y sin retorno hacia el centro del cosmos. No dudes en subirte a su nave cuando pasen cerca de tu casa.
jueves, 20 de enero de 2011
POPOL VUH "Hosianna Mantra" (1972)
Una reseña de Blackdecker.
¿Qué pensar de un disco como este? Después de tantas escuchas... incontables... después de haberme dejado envolver por esas brumas. Hoy, una vez más, tratando de desentrañar de qué va el disco, tratando de fijarlo en un tiempo determinado, de explorarlo de arriba abajo. ¿Fue rompedor? ¿Un punto de encuentro para hippies folclóricos? ¿El inicio de la música macrobiótica? ¿El fin de todo lo demás? Se trenzan muchos significados. O quizás no debiera darle tantas vueltas y sacar el látigo. O dejar que trabaje la sensibilidad y ahogarme. Se vislumbran muchas influencias posteriores. Se presume a otros artistas que, después de empaparse con sus notas, dieron forma a nuevos trabajos, en otros tiempos, a otras horas. ¿Qué se supone, pues? La mezcla de místicas diferentes, un tipo de rito diferente, o esa intención. Los loops, las voces, la instrumentación, los crescendos, ese mantra al que se condena el grupo para alcanzar una suerte de mágica iluminación, el camino de las baldosas amarillas comidas por el musgo y el vapor. Magia. Intemporalidad. Medianoche. Rusticidad. Un viejo aliento de mandrágoras, de remedios caseros, de cuerpos revueltos a la luz de una débil candela. ¿Es eso? El paso del tiempo deja a su paso túmulos de ceniza. El tiempo de la espiritualidad ha muerto definitivamente. Quedan estos restos flotando en el fondo de un pozo, en un charco. En aquel estanque que una vez lució imperial y ahora no pasa de charca. Puede ser, no sé. Quizás sea eso.
miércoles, 5 de enero de 2011
SALÓN KITTY (Tinto Brass, 1975)

Recuerdo que descubrí a Tinto Brass hace muchos años, cuando era un adolescente y en la televisión autonómica valenciana daban películas eróticas los sábados por la noche. Solían emitir películas eróticas del montón, material de calidad ínfima de los 70 y 80, rollo “Emmanuelle negra” y similar bazofia, pero también recuerdo que vi películas de algunos directores como Jesús Franco, Jean Rollin o Tinto Brass que me desconcertaron bastante pues no encajaban en los cánones del erotismo standard que era lo que yo buscaba en aquella época (básicamente una paja y a dormir) sino que ofrecían productos más trabajados y con imágenes perturbadoras que se me grabaron en el subconsciente. Una de aquellas noches emitieron “Salón Kitty” (1975) de Tinto Brass, que en su momento no entendí, pero que años después, al igual que los trabajos de los mencionados Jesús Franco y Jean Rollin, visito una y otra vez con mayor placer.
“Salón Kitty” forma parte del movimiento que en los 70 se dedicó a unir dos elementos de gran disfrute a nivel estético como son el sexo y el nazismo, lo que se vino a llamar “Porno-nazi” o “Sexploitation” o “Nazisploitation”, en fin, todo tipo de excesos sexuales bajo la sombra del régimen nazi, cuya simbología e imágenes encaja perfectamente con la estética de sado-masoquismo y perversiones sexuales que dominan estas obras. Hubo directores que optaron por la vertiente más brutal y salvaje, temática centrada en campos de concentración con un enfoque de “serie z” y con títulos clave como “Ilsa, la loba de las SS” y todas sus secuelas e imitadores, material muy chungo y depravado pero con encanto, auténticas delicatessen para los paladares más selectos. Otros directores, en cambio, trataron la misma temática pero desde una perspectiva más “artística” por así decirlo, es el caso de “Portero de medianoche” de Liliana Cavani o este “Salón Kitty” de Tinto Brass.
Kitty Kellermann es la propietaria de un burdel de lujo en Berlín a principio de los años 40, durante la segunda guerra mundial. Su local es frecuentado por diversos dirigentes nazis y miembros de las clases altas alemanas. Las autoridades nazis deciden implementar de manera radical su política de pureza aria así que obligan a Kitty a despedir a todas sus chicas polacas para acoger sólo a prostitutas de pura cepa alemana y absolutamente inmersas en el nacional-socialismo: auténticas mujeres de las SS. Para obtener a esta élite de profesionales nazis hay que pasar un duro proceso de selección consistente en, primero, copular en masa con un grupo de fornidos miembros de la raza aria bajo los compases de una orquesta militar, en plan maratón de sexo, y en una segunda selección, realizar diversas prácticas sexuales con judíos, gitanos, viejos, lesbianas, enanos y monstruos, para así poder seleccionar a las más viciosas y con menos escrúpulos.
Una vez hecha la selección nos sumergimos en el fascinante mundo del Salón Kitty, un universo de decadencia, degeneración, corrupción y oscuridad moral en la que sus clientes se entregan sin freno al alcohol y a todo tipo de prácticas sexuales, desde el sado-masoquismo al fetichismo, destacando, por ejemplo, uno de los clientes que sólo se pone cachondo si sobre la cabecera de la cama donde está su puta se proyectan imágenes del “Triunfo de la voluntad” con Hitler en pleno discurso incendiario. Eso es tener clase. Así pues los clientes del Salón Kitty están en las antípodas de lo que pretendía el nacional-socialismo, estos hombres, cansados y descreídos, cobardes y traidores, no se preocupan de si Alemania ganará o perderá la guerra, les da igual si mañana su futuro será la gloria, el pelotón de fusilamiento, la cárcel o el exilio, todo da lo mismo si pueden despertar en el lecho de una puta. Tinto Brass es un maestro para plasmar en imágenes toda la decadencia de estos personajes, putas y clientes que se mueven en la penumbra del burdel mientras la música de cabaret de perdición y desarraigo suena al compás en el que se consumen sus vidas.
La mayoría de figurantes que hacen de prostitutas y clientes en la película no eran actores reales, lo cual aumenta el aire de naturalidad del film, nos movemos entre ellos como si fuéramos un cliente más, nadie sobreactúa, nadie está pendiente de la cámara, sus rostros dominados por una palidez cadavérica (ellos) y por maquillajes recargados y esperpénticos (ellas) dirigen sus miradas vacías hacia no se sabe dónde. El elenco de meretrices seleccionado para la película es espectacular: auténticas bellezas con expresión ausente, fría, hierática, verdaderas “femme fatale” en el más puro estilo setentero, con sus felpudos bien poblados, sus pechos naturales y sus curvas interminables, destacando la increíble Teresa Ann Savoy, un auténtico bellezón ario que me cautivó cuando era un adolescente y sigue extasiándome hoy en día.
El final de la película es glorioso, llegando a la cima de la decadencia y la auto-destrucción: Kitty y su preferida, Margherita, beben champagne mientras caen las bombas y las balas atraviesan los cristales del Salón Kitty que poco a poco se va llenando de humo, polvo y cristales rotos mientras una puta y su madam brindan a la salud de un mundo destruído.
sábado, 1 de enero de 2011
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