El Zeuhl fue un género que cuajó
de manera considerable en Japón. Hace un tiempo publicamos en
La Fam un artículo sobre el legendario grupo japonés
Ruins
(http://famzine.blogspot.com.es/2009/06/ruins-stonehenge-1990.html).
Ahora le toca el turno a otros japoneses absolutamente majaras como
es el caso de Happy Family. Su culto es bastante más
minoritario que el de Ruins, posiblemente debido a que Happy Family
tan sólo grabaron un par de discos (el self-titled “Happy
Family” en 1995 y “Toscco” en 1997) y poco después
desaparecieron de la escena.
Moviéndose entre el sonido Zeuhl
(siguiendo, cómo no, el patrón de Magma), los ecos de
Univers Zero y Present así como el jazz-fusion y el rock
progresivo más radical (especialmente King Crimson en la etapa
“Starless” y “Red”), Happy Family crearon una propuesta
basada en ritmos ultra-complejos y matemáticos (parece como si
su intención fuese que cada riff sea más difícil
que el anterior), pero con líneas melódicas que a pesar
de su complejidad son muy infecciosas y adictivas, en plan funky con
mucho groove. Y a pesar de ser un grupo que proviene del rock
progresivo, su potencia y pegada era descomunal, rozando a veces la
energía desenfrenada y la descarga de adrenalina del punk (de
hecho diría que es el grupo con el sonido más agresivo
de la escena avant-prog).
El cuarteto funcionaba con teclados que
combinan el piano con los sonidos en plan no-wave, guitarra ultra
disonante, esquizofrénica y descarriada, bajo grueso y
crepitante, y un batería loquísimo. Un grupo
instrumental, pero con un sonido creativo y variado como pocos.
Obviamente estamos hablando de unos auténticos musicazos que
interpretan sus enrevesados temas con perfección milimétrica,
combinando de forma impecable virtuosismo y brutalidad. Momentos de
cuelgue absoluto, cambios de ritmo constantes e imprevisibles,
infinidad de estilos musicales abordados con sorprendente maestría,
canciones que evolucionan de forma dinámica y super-fluida,
transformándose constantemente y haciendonos viajar por
territorios peligrosos y excitantes.
Clásicos absolutos de la
vertiente más experimental del rock progresivo, con un par de
discos absolutamente fascinantes, de esos que te revelan cosas nuevas
en cada escucha y que mantienen la atención del oyente sin
poder descansar, ya que en cada canción ocurren tantas cosas
que es imposible desconectar.
Bendita locura la de Happy Family.