sábado, 23 de octubre de 2010

GRINDERMAN 2 (2010)



Sigue en la onda iniciada en su predecesor álbum de debut; olas de sucio rock bastardo.
Se moja en los bajos instintos que moran en nuestro infierno personal, se pasea con los demonios del deseo carnal que cambian nuestra alma, dos minutos que culminan en Dios, Buda, Ala y en todo a lo que salpique. Desde erupciones precoces y pegajosas (Worm Tamer, When My Baby Comes, Evil), hasta quemazones de cadencias hipnóticas que prolongan el deseo (Heathen Child, Kitchenette y Bellringe Blues).

lunes, 11 de octubre de 2010

Evangelista



La voz de Carla Bozulich me acompaña en las sofocantes e insomnes noches de verano, mientras, empapado en sudor, me revuelvo en la cama y los fantasmas del pasado reaparecen y los recuerdos ocultos se hacen presentes en medio de un escenario de deseo y violencia. Imposible conciliar el sueño, sacudido por una efervescencia febril, escucho a mi conciencia repetirme todos mis errores y fracasos. En esos momentos la música de Evangelista, a través de la voz de Carla, aparece para redimir nuestros pecados. Su rock denso, oscuro, pegajoso y disonante a veces se acerca a la música de cámara, tentando a la belleza nocturna, de cuchillos afilados y sobredosis de somníferos, mientras que otras veces se adentra en terreno del caos y el ruido. Las canciones de sus dos discos (“Hello, voyager” de 2008 y “Prince of truth” de 2009), suenan crudas y al límite, mientras progresan con total libertad sobre texturas de feedback y ruido, sin apenas ritmo ni melodías a las que aferrarnos. Una música hermosa e inocente, pero también cruel y terrible. Atmósfera eléctrica, guitarras disonantes, percusiones recias, sección de cuerda deslabazada, momentos ruidosos y momentos delicados, la niebla que impide ver delante de nosotros, mientras Carla canta sus letras en un paisaje emocional saturado de rabia, incertidumbre, sensualidad y pasión. Carla nos habla de nuestros miedos, de nuestra debilidad humana, de todo aquello que escondemos en nuestro interior y no nos atrevemos a mostrar a nadie. Evangelista es una propuesta de una sinceridad brutal, una experiencia extraña, inquietante, íntima, deprimente y revitalizadora al mismo tiempo. El viaje es imprevisible: igual hay noise que jazz, folk de cámara, ambient o psicodelia, la voluntad exploradora impregna cada uno de sus temas. Y mientras los escuchamos, nos da igual si veremos el final de esta madrugada.
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