martes, 9 de mayo de 2017

PIERRE HENRY: "Le Voyage" (1962)


Cada día me fascina más el trabajo de aquellos pioneros de la “musique concrète” y la música electro-acústica de los años 50 y 60. Ese primitivismo, ese sonido prehistórico, granítico y rugoso, pero al mismo tiempo combinado con un afán de experimentación sin límite y con esa dedicación a explorar todas las posibilidades del sonido y del ruido son absolutamente irresistibles. De entre todos esos artesanos del sonido, Pierre Henry fue uno de los más grandes, y obras como esta “Le Voyage” lo situaron como uno de los creadores más importantes de la música de vanguardia del siglo 20. Este trabajo, grabado en 1962, está basado en el Libro Tibetano de los Muertos y trataba de reflejar el viaje del alma desde el momento de la muerte hasta su reencarnación, atravesando diversos estados entre la muerte y el renacer. Música abstracta y difícil, pero con cierto regusto esotérico e incluso sobrenatural, algo que la hace todavía más intrigante. En una época en la que no contaban con ordenadores ni sintetizadores ni con la tecnología de la que disponemos hoy en día, artesanos como Pierre Henry trabajaban con la grabación, alteración y manipulación de todo tipo de sonidos para elaborar así sus atmósferas y texturas sonoras que en pleno siglo 21 siguen sonando increíblemente modernas y avanzadas. “Le Voyage” se abre con “Souffle 1”, una auténtica sinfonía de estertores, de respiraciones agonizantes que expresan el trance del cuerpo abandonando la vida y adentrándose en la muerte. Una pieza angustiosa que nos envuelve con sus sonidos asfixiantes y nos sitúa en el estado mental apropiado para iniciar este viaje. Los dos siguientes temas, “Après la Mort 1” y “Après la Mort 2”, nos adentran ya en el reino de la muerte. Los sonidos, de origen indescifrable, van siendo manipulados y se metamorfosean en formas y estructuras imposibles reproduciendo el gruñido de los dinosaurios, lenguajes y formas de comunicación desconocidas, las explosiones de una supernova y los ecos de las galaxias más lejanas. Un ejercicio de arqueología sonora que en ocasiones suena maquinal, robotizado e inhumano mientras que en otras ocasiones suena vivo y orgánico como las capas tectónicas en movimiento y los diferentes estratos rocosos moviéndose a velocidades vertiginosas. Le llega el turno a las divinidades y a los dioses en “Divinités Paisibles” y “Divinités Irritées”. La primera composición abandona las anteriores texturas rugosas y ásperas para sumergirnos en una atmósfera mucho más etérea, plantando las semillas de lo que años más tarde se llamaría “Dark Ambient” o “Drone”. La segunda es una breve y brutal composición en la que Henry experimenta con todo tipo de ruidos chirriantes y ritmos en descomposición que se podrían interpretar como una clara influencia en la electrónica más ruidista e incluso en géneros extremos como el Power Electronics. Tras este breve interludio llega “Le Couple”, donde vuelven a aparecer los sonidos de carácter ambient / drone, con latigazos metalizados y frecuencias corrosivas que hipnotizan con su una belleza misteriosa y abstracta. Escucho este tema y nunca me imaginaría que esto fue grabado hace más de 50 años. Suena tan avanzado, tan intenso y tan perturbador como si se hubiese grabado ayer mismo. “Souffle 2” concluye el viaje devolviéndonos a los sonidos de respiraciones asfixiantes que escuchábamos al principio de la obra, la respiración lo es todo en el momento de morir pero también en el momento de nacer, pero hacia el final de la pieza se le cede el paso a un drone final en caída libre que nos sumerge en el líquido amniótico y en los momentos previos a un nuevo nacimiento en el que todos los sonidos del universo entran en nuestro cuerpo convirtiéndonos en un gigantesco oído que capta hasta las vibraciones y ecos más lejanos.
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