domingo, 30 de noviembre de 2014

LAMP OF THE UNIVERSE



Me imagino a Craig Williamson, el creador y único integrante de Lamp Of The Universe, en una remota comuna hippy de su Nueva Zelanda natal, rodeado de animales y naturaleza salvaje, con el olor del incienso ardiendo mientras él, en su pequeño estudio de grabación, trabaja grabando y regrabando esta maravillosa música con la que nos viene deleitando desde 2001. Escuchar la música de Lamp Of The Universe es como hacer un viaje en el tiempo hacia finales de los años 60, en plena eclosión del hippismo, la psicodelia ácida, el folk lisérgico, los sonidos del hard rock primigenio y la espiritualidad oriental. Su combinación de elementos acústicos (guitarras y sitar), teclados, percusiones varias y la dosis adecuada de fuzz y wah en plan stoner/heavy psych, así como ese ambiente tan exótico, relajante y narcotizado es un auténtico trip sensorial. Música para viajar, para cerrar los ojos y explorar nuestro interior.

Sus dos primeros discos, “The Cosmic Union” (2001) y “Echo in Light” (2002) sientan las bases de su sonido. En ellos encontramos los dos polos entre los que se mueve Lamp Of The Universe: por un lado canciones de corte acústico que mezclan el folk ácido con los ecos de la música hindú (sítar y tablas por doquier), percusión minimalista, teclados y el sonido pre-grabado de agua fluyendo, mientras que por otro lado Williamson se sumerge en terrenos más cercanos al heavy psych setentero, enfrascándose en jams super-triposas repletas de fuzz, wah y riffs absolutamente fumetas que alteran nuestra percepción. Todo ello en un ambiente hipnótico y narcotizante al máximo, sin olvidar la delicada y frágil voz de Williamson que gravita alreredor de todos estos sonidos recitando sus himnos al amor, a la luz, a la libertad, a la naturaleza y al cosmos, en un festival hippy como pocas veces se ha visto en estos últimos tiempos.

Para su tercer álbum (“Earth, Spirit and Sky”, de 2005), Williamson decidió despojarse de sus ropajes eléctricos y su arsenal de pedales para grabar un disco enteramente acústico y que, en mi opinión, es de sus mejores trabajos. Este disco tiene un enfoque muy cercano al que Popol Vuh practicaron en su época mística (en trabajos como “Hosianna Mantra”, “Seligpreisung” o “Die Nacht der Seele”). Un disco mucho más folkie que los dos anteriores, en al cual siguió profundizando en su amor por los ragas Hindúes, el misticismo oriental y la psicodelia más ácida. El sonido, de una belleza y exotismo subyugante, parte de las guitarras acústicas y el sítar, para añadir algo de percusión sencilla y rudimentaria, field recordings de ambientes naturales y, como siempre, esa voz tan especial que nos hace soñar con paisajes lejanos e inexplorados. La atmósfera que irradian las canciones es tremendamente hipnótica, sumiéndonos en un estado semi-letárgico y purificando nuestras almas a base de una belleza simple y primitiva, emocionándonos como si ya hubiésemos escuchado estas canciones en otro sitio, en otro tiempo, en otra vida, quién sabe.

Lamp Of The Universe publicó otro disco también en 2005, titulado “Heru”, pero de un perfil bastante diferente a los anteriores. Para este trabajo, Williamson decidió profundizar en el drone y los ambientes más hipnóticos, grabando un disco enteramente instrumental, donde, además de su faceta acústica, vuelve a incorporar su arsenal eléctrico de wah y fuzz y además le añade varias capas de teclados cósmicos (que por momentos le acercan al krautrock) para sí aumentar la sensación de vuelo libre. Un solo tema de una hora de duración, dividido en 7 partes, que utiliza como base el drone creado por el sítar para ir avanzando en diferentes pasajes que van combinando diversas capas de sonido, guitarras acústicas, eléctricas, percusión y teclados, con partes relajadas y otras más intensas, haciéndonos subir y bajar en un viaje absolutamente cautivador.

Sensaciones similares provocan sus siguientes discos: “From the Mystic Rays of Astrological Light” (2006), que continua en la onda de “Heru”, y “Arc of Ascent” (2007), siendo este último el disco más experimental de Lamp Of The Universe, un trabajo bastante alejado de su sonido habitual y que en cambio se decanta por los drones más intensos que nunca haya grabado Williamson, con tan sólo dos extensos temas de improvisación, drone ácido y espiritualidad tántrica, dando rienda suelta a su parte más free y ruidosa, cercana en ocasiones a Natural Snow Buildings, ofreciéndonos un nuevo viaje alucinante sin billete de vuelta posible.

En 2009, tras este período algo más experimental, Craig Williamson decidió volver a sus orígenes y grabar un nuevo trabajo (“Acid Mantra”) que nos devuelve a los sonidos de sus dos primeros discos. El título del disco ya deja claro por dónde van los tiros: atmósfera cósmica en la que fluyen los mantras creados a base de guitarras acústicas y sítar, psicodelia raga y stoner tranquilo y fumeta. Williamson vuelve a cantar en este disco, lo cual es una buena noticia, se echaba de menos en los anteriores trabajos. A destacar la inclusión del banjo y el melotrón, dos instrumentos que ampliaron el espectro sonoro y añadieron variedad a su sonido. Todo esto, junto a los ya habituales pasajes en plan space rock y las gloriosas jams ácidas repletas de teclados setenteros, percusión minimal, wah y fuzz convierten a “Acid Mantra” en uno de sus trabajos más completos y variados. Sus drones, tan exóticos y elegantes, nos vuelven a hacer volar hacia los cielos y planear sobre paisajes en la India más profunda.


Tras este disco tuvimos que esperar 4 años para poder escuchar un nuevo trabajo de Lamp Of The Universe, ya que durante ese tiempo Craig Williamson se dedicó a su otro proyecto, Arc of Ascent, con los que grabó un par de álbumes más que interesantes. Y quizás el hecho de haber trabajado con este grupo influyó en cierta manera el resultado de su nuevo disco, “Transcendence” (2013), ya que es sin duda el más cercano al rock que nunca haya grabado, y el que más se acerca al formato de “canción” (dentro del espectro del stoner y el heavy psych, claro). Por supuesto que sigue ahí el espíritu raga-psicodelia-folk-ácido, por supuesto que el aroma de la India sigue ahí, eso siempre, pero esta vez hay más pasajes con distorsión, wah super-sucio y fuzz acompañados de batería y bajo, con riffs de corte stoner trippy, y algunos fragmentos que son sin duda los más directos y agresivos que haya grabado Williamson. Sí, ciertamente el disco suena a folk y suena a raga, pero tiene muchos más elementos cercanos al rock que en anteriores trabajos. Sólo hay que ver cómo se cierra el disco, con ese glorioso tema titulado “Beyond the material world”, un auténtico viaje ácido, una joya del space rock que nos envuelve con sus lisérgicos solos de guitarra, las diversas capas de melotrón y teclados vintage y la voz de Williamson recitando sus mantras que nos hacen despegar una vez más del suelo y nos llevan hacia otros mundos y paisajes distintos a los que podemos ver con los ojos.
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