Electric Wizard son sin duda uno de los
grupos más excitantes del momento. Un grupo que capta a la
perfección el espíritu de nuestro tiempo, esta época de
desilusión, crisis y decadencia, ofreciendo refugio y olvido a miles
y miles de almas desencantadas a través de sus hipnóticos riffs y
su embriagadora atmósfera, repleta de referencias al ocultismo, las
drogas, el desenfreno sexual y demás paraísos artificiales.
Hace unos meses Justin Oborn decía en
una entrevista que, en nuestra sociedad, se nos hace creer que todo
irá a mejor en el futuro, que tenemos que luchar y esforzarnos
porque así el día de mañana la situación cambiará y tendremos
todo lo que necesitamos para ser felices. Pero llega un momento en la
vida, añadía el líder de Electric Wizard, en que te das cuenta de
que no es así, de que todo ha sido una puta mentira, y de que, a
pesar de todas esas promesas, estás absolutamente jodido.
Es en este espacio mental en el que
Electric Wizard se mueven a la perfección desde hace más de dos
décadas: han sabido captar la desilusión y el hastío de jóvenes
(y no tan jóvenes) que se ven aislados en el mundo, sin encontrar su
sitio y sin perspectivas para el futuro. Sólo hay que echar un
vistazo a nuestro alrededor para ver que el mundo está más jodido
que nunca y que hay alguna cosa que no funciona. Podemos engañarnos
a nosotros mismos mirando hacia otro lado y haciendo ver que la cosa
no va con nosotros, pero el caso es que estamos metidos hasta el
cuello. Y, al igual que ocurrió a finales de los 60 y principios de
los 70 con el nacimiento del hard rock y el heavy metal, y gente como
Black Sabbath, Blue Cheer, MC5 o Hendrix, cuyos discos (ayudados del
consumo de todo tipo de sustancias) hacían olvidar la realidad que
rodeaba a millones de jóvenes, hoy Electric Wizard se han convertido
en el mejor antídoto para escapar de toda la mierda que nos rodea.
Su nihilismo, su actitud tan irreverente y provocadora, sus letras
sencillas pero convincentes, su desprecio hacia la sociedad y su
entrega absoluta y demente al poder del riff les convierte en
referente para todos aquellos que, por un motivo u otro, se sienten
marginados y alienados.
“Time to Die” (2014) ha tardado
cuatro largos años en ser gestado. Ya lejos queda aquel “Black
Masses” de 2010 que recibió críticas de todo tipo, desde algunas
diciendo que era lo mejor que habían grabado hasta otras que
acusaban al grupo de haber perdido sus señas de identidad. En estos
cuatro años han sucedido muchas cosas en el seno del grupo:
abandonaron de mala manera su sello discográfico de toda la vida
(Rise Above) entre todo tipo de acusaciones mutuas; hubo diversos
cambios de formación, todos ellos siempre acompañados de bronca y
malos rollos (caso del retorno y posterior salida de su ex-batería
Mark Greening); y también hubo voces aquí y allá que empezaban a
profetizar que Electric Wizard estaban acabados, sin ideas y que
musicalmente ya no tenían nada más que aportar. Me imagino lo que
les puede haber pasado por la cabeza a Jus Oborn y a Liz Buckingham
durante todo este período de tiempo, y, por lo que comentaban en
diversas entrevistas, se sintieron acosados por todo tipo de
mentiras, traiciones, acusaciones y desprecio, algo que sirvió como
catalizador para crear estas nuevas canciones, rodeadas de un halo de
odio, terror, locura y violencia que han convertido este disco en
toda una bomba de relojería.
Tan sólo el título del disco (“Time
to Die”) ya es una declaración de intenciones. Tiempo de morir,
tiempo de acabar con todo, de destruirlo todo para así crear algo
nuevo, diferente a lo que conocemos. Esos ojos derramando lágrimas
en la portada, y al mismo tiempo esa mariposa con alas de plomo que
alza el vuelo pesadamente. La vertiente apocalíptica y destructiva
de Electric Wizard es algo que nos han venido demostrando en cada uno
de sus discos, y quizá sea en este último (así como en su clásico
“Dopethrone”) en el que encuentra su expresión más depurada y
explícita. Jus Oborn se ha pasado los últimos cuatro años
prometiéndonos un disco malsano y mórbido que iba a girar
obsesivamente en torno a la muerte y el odio, y joder si lo ha
conseguido.
Tras una breve intro en la que se oyen
fragmentos de un documental hablando del crimen ritual protagonizado
por Ricky Kasso (crimen marcado por las drogas, el satanismo y el
heavy metal, tres conceptos que en los 80 eran realmente chungos) el
disco se abre con “Incense for the Damned”, que nos muestra a
unos Wizard rejuvenecidos y en un estado de forma asombroso, con esa
habilidad que tienen para escribir riffs densos, graves, pesados e
hipnóticos pero al mismo tiempo pegadizos y memorables (me atrevería
a decir que después de Black Sabbath son el grupo que mejor ha
sabido hacer esto). Oborn entona con auténtico desprecio líneas
como “I don't give a fuck about anyone or your society”, me
importa una mierda la gente y tu sociedad, un himno para todos
aquellos que le han dado la espalda a la sociedad, todos aquellos que
se sienten abandonados y cuyo único refugio es ese “incienso”
humeante que les hace olvidar el asco que sienten por este mundo. Sin
tiempo para dejarnos respirar, suena el tema que da título al álbum,
“Time to Die”, con otro alucinante riff de aire setentero, que en
manos del dúo Oborn-Buckingham suena grasiento, fluido, guarro,
absolutamente glorioso. Parece mentira que lo hagan tan fácil y tan
efectivo, disipando cualquier atisbo de duda y volviendo a demostrar
que son los indiscutibles maestros del riff y los herederos de Tony
Iommi. Una vez más, es tiempo de morir, o quizás ya estamos muertos
y no lo sabemos... El tercer tema es el durísimo “I Am Nothing”,
con otro riff super-básico, primitivo, surgido del origen de los
tiempos y ante cuya magnitud y poder lo único que podemos hacer es
arrodillarnos y sentir cómo nos aplasta con su peso. De nuevo otra
dosis de nihilismo y apología de la violencia, otro himno para esas
personas que ya saben que no son nada, que no le importan a nadie, y
que enarbolan la bandera del odio hacia la humanidad expandiendo el
caos y la destrucción a través del asesinato y el terrorismo
arbitrario. El interludio “Destroy Those Who Love God” nos da un
breve respiro mientras suena una jam ácida y sedante sobre la que
vuelven a escucharse voces que insisten en el crimen de Ricky Kasso
(que es uno de los ejes fundamentales de este disco). El siguiente
tema, “Funeral of Your Mind” nos ofrece un cambio de táctica ya
que el riff principal es un medio tiempo mezcla de Loop y Monster
Magnet y en el que también hay ecos del sonido Detroit que tanto ama
Jus Oborn. Una base hipnótica espoleada por voces macabras que nos
hablan del funeral de la mente, de ese momento de la madrugada en el
que uno ve que ha llegado al límite de sus fuerzas, en el que estás
completamente solo y ya no sabes qué hacer ni a dónde huir, para
así sumergirte en la locura y la desesperación, o quizás en el
suicidio. “We Love The Dead” vuelve a los riffs lentos, oscuros,
marca de la casa, esos sonidos graves que hacen temblar los altavoces
y las paredes, esos solos empapados en wah-wah ácidos y guarros que
ponen los pelos de punta y esa letra a lo Alice Cooper en la que se
nos dice que es mejor amar a los muertos que a los vivos, ya que los
muertos no nos pueden mentir ni traicionar. “Sadio Witch” tiene
un riff que recuerda (y mucho) al del tema “Black Masses” (de su
anterior lp) pero es algo así como una nueva vuelta de tuerca,
haciendo un guiño al riff original pero transformándolo en algo más
oscuro y macabro. Este es sin duda uno de los temas más pegadizos
del disco, donde de nuevo Electric Wizard nos vuelven a dar una
lección de cómo combinar violencia, riffs lentos y oscuros con
melodías memorables. Este tema recupera las obsesiones sexuales tan
habituales en la discografía de Electric Wizard y nos muestra su
faceta más viciosa así como su fascinación por las sectas
satánico-sexuales, el sado-masoquismo y las películas de Jess
Franco o Jean Rollin, con esas imágenes de perversiones nocturnas y
mujeres vestidas de cuero negro que esclavizan a hombre a través del
látigo y las cadenas pero también de la droga negra que le
suministran. Nos acercamos al final de este fascinante bad trip con
“Lucifer's Slaves”, uno de los mejores temas de la discografía
del grupo, que alcanza aquí un nivel difícil de superar con ese
riff oscilante y poderoso que combina a la perfección el sonido de
Blue Cheer y de Black Sabbath, sonidos agresivos y ácidos, solos de
guitarra expansivos, atmósfera espacial y psicodélica y unas letras
que vuelven a hacer referencia a esa legión de freaks, perdedores y
fracasados asqueados de la vida y la sociedad, esos esclavos de
Lucifer cuya sangre es LSD y hierba, muertos en vida cuyo único
objetivo es el olvido, salir de este infierno que les rodea, mientras
gritan “Fuck your world, fuck everything...” A la mierda el
mundo, a la mierda todo... Tras este estremecedor viaje suenan las
notas de “Saturn Dethroned”, otra jam misteriosa que poco a poco
nos devuelve a la miserable realidad. Sólo queda otra opción: darle
al “play” otra vez y sumergirnos en el fascinante universo de
Electric Wizard, cerrar los ojos y olvidar.