Whores. El nombre del grupo ya es toda
una declaración de intenciones. Putas. Así, sin más. Ser una puta
no sólo consiste en vender sexo a cambio de dinero. También es
vender tu tiempo y desperdiciar tus días en tu trabajo de mierda. O
sentirte atrapado viendo cómo se te va la vida en una relación
sentimental sin salida pero que no dejas por miedo a la soledad. O
estar anulado en tu familia, en tu ciudad, con los horizontes cada
vez más estrechos y no tener valor para romper con todo. O tener
miedo de no llegar a fin de mes y de no poder pagar las facturas,
viviendo siempre con esa incertidumbre de lo que pueda pasar el mes
que viene. Así pues, hay muchas maneras de ser puta en esta
sociedad. Y esa sensación de rabia, de asco, de frustración es la
que transmiten Whores en su música. Rollo chungo a raudales,
violación auditiva, perforación de tímpanos, gritos angustiosos,
catarsis asegurada. Con tan sólo dos ep's a cuestas (“Ruiner” en
2011 y “Clean” en 2013), este trío norteamericano se ha
convertido en toda una joya del noise-rock mas subterráneo. Hace
mucho tiempo que no vibraba tanto escuchando a un grupo, y Whores lo
consiguieron, haciéndome sentir con su ferocidad algo parecido a las
primeras veces que escuché a gente como Unsane o los Melvins. Algo
realmente excitante, peligroso, que te hace sonreir con sarcasmo ante
las barbaridades que se te pasan por la cabeza cuando los escuchas.
Está más que claro que Whores no han inventado nada con su sonido,
pero me da igual, ya que me rompen todos los huesos de mi cuerpo y
logran vaciarme completamente con su bendito ruido. Moviéndose con
maestría entre el noise rock más salvaje, el punk más asfixiante y
el sludge más cavernícola, Whores tienen todas las de ganar. Riffs
de guitarra viciosos y cortantes, un bajo grueso, muy grueso, con un
volumen tan alto o más que el de las guitarras, llenando el espacio
hasta estrangularnos, una batería demoledora, y unas voces que
escupen con rabia esas letras que hablan de la paranoia cotidiana en
la que anda metido ese 21st century schizoid man que
llevamos dentro. Canciones brutales, aplastantes, con intensidad al
límite, pero con un excelente ojo para componer y arreglar de forma
que suenan dinámicas, siempre buscando el clímax eléctrico y la
liberación emocional desenfrenada. Por supuesto, el espíritu
reencarnado de Black Sabbath aparece cuando Whores ralentizan los
tiempos y se enfrascan en riffs lentos y viscosos. En otras
ocasiones, los ritmos machacones y viscerales beben directamente de
las fuentes de Helmet, Unsane y el sonido AmpRep en general, sin
olvidar ese sentido de la música tan retorcido que tienen los
Melvins o Jesus Lizard. Sí, imagínate todo esto metido en un
cocktail pero mucho más agresivo y violento, sin piedad hacia el
oyente, vamos. Y ni falta que hace, oiga, que en los tiempos que
corren hacen falta más grupos como éste.