La lluvia cae sobre las
calles de las ciudades de Europa. Una lluvia incesante que nos hace
quedarnos encerrados en nuestras casas mientras miramos a través de
los cristales mojados de las ventanas y recordamos tiempos mejores.
Nos dicen que el viejo continente se hunde, se resquebraja, se parte
en diversos trozos, se ahoga bajo las olas de inmigrantes y se
desangra por la amenaza terrorista. Esta preocupación por Europa ha
sido una constante en la obra de Tony Wakeford y su grupo Sol
Invictus desde sus inicios a finales de los años 80. En “In the
Rain” (1995), el que es probablemente el mejor trabajo de su
extensa discografía, esta lluvia y esa percepción de la decadencia
de la civilización occidental atraviesan todas y cada una de las
canciones que conforman el disco, sin olvidar los otros dos polos
alrededor de los que gravitan las obsesiones de Wakeford: el amor y
la muerte. Esta fue una de las obras fundamentales del llamado
“Neofolk” o “Folk Apocalíptico” que a principios de los 90
en Inglaterra nos ofreció discos tan fascinantes como este “In the
Rain”, el “Thunder Perfect Mind” de Current 93 o “But, What
Ends When the Symbols Shatter?” de Death In June. Grupos todos
ellos que iniciaron su andadura a principios de los 80 en la escena
industrial y darkwave Británica y que compartían inquietudes y
obsesiones como eran el ocultismo, el paganismo, el nazismo y la
preocupación por la decadencia de occidente. Es curioso que todos
ellos coincidieran en su evolución estilística y a principios de
los 90 atravesaran esa etapa “Neofolk”, aunque de todos ellos,
Sol Invictus fueron los que más enraizados estaban en este género.
A pesar de tener un claro componente folk (Wakeford afirmó en
entrevistas que en aquella época estaba muy metido en la música de
Nick Drake y Leonard Cohen), la música de Sol Invictus va mucho más
allá de los esquemas del género, como podemos apreciar claramente
en “In the Rain”. Si bien las canciones parten de una estructura
básica como es la guitarra acústica y la voz de Wakeford, su paleta
sonora se expande con la participación de una pequeña orquesta de
cámara (violines, cellos, trompetas, piano), así como la percusión
y los sonidos de carácter eléctrico que le añaden muchísima
profundidad y matices al sonido. La atmósfera del disco, marcada por
la incesante lluvia, es deliciosamente melancólica, otoñal,
intimista y decadente. La voz de Wakeford (que en mi opinión ha sido
muchas veces injustamente criticada) es lo que le da un sabor tan
especial a estas composiciones: a pesar de no ser un gran cantante
(como tampoco lo eran Douglas Pearce o David Tibet) su voz frágil,
quebradiza, como si estuviese a punto de derrumbarse, transmite una
emoción y una intensidad que personalmente me pone los pelos de
punta. Obsesionado por los amores perdidos o por los que nunca
llegarán, por la muerte inevitable que nos alcanzará tarde o
temprano, por el amor como fuerza de regeneración espiritual, por un
mundo que se derrumba y de cuya progresiva extinción somos testigos
impotentes, Wakeford entona sus letárgicos recitados y nos acompaña
en este fascinante viaje que es “In the Rain”. Las 11 canciones
que conforman el disco tienen un sonido y una estructura similar,
algo de lo que se beneficia el disco porque la atmósfera se expande
a lo largo de todos los temas, combinando la sencillez de las
guitarras de Wakeford con la elegancia que aportan los
instrumentos de cámara y con unos estribillos absolutamente
memorables que en su belleza y fragilidad nos atrapan y atraviesan
cada poro de nuestra piel. El caso más revelador es el del penúltimo
tema del disco (“In Days To Come”), y que para mí es uno de los
mejores del repertorio de Sol Invictus, que ejemplifica a la
perfección la propuesta global de este disco: una melodía básica y
repetitiva se utiliza como base para la canción en la que Wakeford
describe con solemnidad el final de la civilización, un mundo
sumergido en el caos, la violencia, la escoria y la avaricia, para a
continuación conducirnos a un estribillo épico, bellísimo y
estremecedor en el que se apunta a la llegada de una divinidad pagana
surgida de los campos y de los bosques a la luz de la luna y que
provocará un nuevo renacer de la especie. Sencillo pero
tremendamente efectivo, tras esta explosión de intensidad y emoción,
el disco se cierra con “Europa in the Rain II”, devolviéndonos
una vez más a sentimiento de tristeza que nos invade al ver desde la
ventana las calles mojadas de lluvia en nuestra vieja y enferma
Europa.