miércoles, 8 de junio de 2011

BORIS "Pink" (2005)

Una reseña de Blackdecker


A estas alturas de la película no se trata de ser el más duro. O puede que sí. No lo sé. En esto de la música siempre te acaba te saliendo un último duro de la siguiente esquina. Luego está nuestra capacidad de dolor. El conocimiento de nuestra cueva y de los personajes que habitan en ella. Los diversos monstruos que nos ocupan. Y el gusto por la electricidad, por ese latigazo que recorre nuestra espina cuando metemos los dedos en el enchufe. ¿O es que no recuerdan cómo se les erizaba el pelo? Eso era lo mejor, y el pestazo a quemado de nuestra propia carne, y esos tres segundos que te quedas en blanco que es cuando traspasas el umbral. Lo peor, cuando te ataban a la camilla. Lo mejor, el aliento de la enfermera si mascaba fresa o vainilla. Los pellizcos cuando aplicaban mal los electrodos. O el jueguecito de le doy o no le doy a los voltios, bajo la palanca y te frío, o espero unos segundos y, cuando no te enteres, suelto la corriente. Cuando te quitan de ahí y te llevan fuera, el zumbido que te queda es persistente. Dura. Depende del día, unos minutos, o unas horas.

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