“Sub Templum” es uno de esos discos que no han sido grabados para ser escuchados regularmente sino que es una de esas obras que necesitan momentos especiales para poder ser disfrutados en su integridad. Este es un disco nocturno e invernal, que requiere un estado mental apropiado y una predisposición emocional por parte del oyente, que debe estar preparado para poner su paciencia al límite y tensionar sus nervios al máximo. De lo contrario, sumergirse en esta pesadilla sonora puede convertirse en algo insoportable. Eso sí, si el oyente se encuentra en el estado apropiado, la experiencia es de esas que dejan huella para siempre.
Moss han llevado el género del doom a un punto de no retorno, rompiendo todo tipo de convenciones artísticas, ralentizando los tiempos al máximo, creando atmósferas opresivas y ofreciendo nuevas perspectivas sobre el feedback y la distorsión. Combinando en su enfoque minimalista las influencias de Sunn 0, Khanate, el “Dopesmoker” de Sleep y, por qué no, los ritmos brutales y agresivos de los primeros Swans, Moss han creado una fascinante propuesta sonora a la que le han añadido una particular idiosincrasia relacionada con su afición por lo macabro, el ocultismo, las visiones alucinógenas, la masonería, Lovecraft y los ritos iniciáticos.
“Sub Templum” fue su segundo disco, grabado en diversas sesiones nocturnas en Gales a principios de 2008, un trabajo que plantea un rito iniciático y la búsqueda del conocimiento (la luz en la oscuridad en el interior de un templo subterráneo, tal y como indica su título), entrelazando imaginería masónica (se les llegó a etiquetar como “Masonic Doom”) y su habitual pasión por los universos malsanos de Lovecraft.
4 temas distribuidos en 74 minutos. Unos pocos riffs, crudos y disonantes, increíblemente lentos, densos y agonizantes, apuntalados por una percusión minimal y desvencijada, y una voz cuyos alaridos nos recuerdan a los gritos de las brujas cuando ardían en la hoguera. La nota predominante de estas composiciones es la lentitud extrema de sus tiempos, la distorsión ultra-densa, la afinación gravísima y el bottom end aplastante. Un sonido de carácter físico que nos envuelve y aplasta al mismo tiempo que nos va hipnotizando con sus repeticiones rituales, como una especie de drone music llegada de las cavernas. La interpretación de los temas es absolutamente primitiva y brutal: el trío ejecuta sus lentísimos riffs mientras esculpe amenazadoras estructuras megalíticas sumergidas en la oscuridad y desesperación más absolutas. A pesar de la simplicidad de los escasos riffs que el grupo desarrolla con parsimonia, si escuchamos con atención y leemos entre líneas podemos encontrar una oculta riqueza de texturas, luces, sombras y ecos: detrás de la disonancia y los riffs amargos y fúnebres se esconde una belleza abyecta y fascinante.
Un auténtico “bad trip” para espíritus aventureros, cuyos efectos sobre nuestro cuerpo y mente perdurarán durante años.