"Conozco a pocas personas
como yo, cuyos logros hayan quedado más justamente lejos de sus
aspiraciones, ni tengan en general menos motivos por los que vivir.
Carezco de todas las aptitudes que me gustaría tener. Todo lo que
puedo valorar, o lo he perdido o probablemente lo voy a perder.
Dentro de diez años, a no ser que encuentre un empleo que me reporte
al menos 10 dólares por semana, tendré que tomar la decisión del
cianuro, por incapacidad para conservar junto a mí los libros,
cuadros, muebles y demás objetos familiares que constituyen la única
razón que me queda para seguir viviendo. Y por lo que se refiere a
la soledad, probablemente me llevaré todas las medallas. En
Providence no he conocido un espíritu afín al mío con el que haya
podido intercambiar ideas; y aun entre mis corresponsales, son cada
vez menos los que coinciden conmigo en cuestiones suficientes como
para hacer deleitable la conversación, aparte de algunos puntos
especializados. La generación más reciente se ha alejado aún más
de mí, mientras que la vieja está tan fosilizada que constituye un
flaco material para discutir o conversar. En todo (filosofía,
política, estética e interpretación de las ciencias) me encuentro
solo en una isla. Con la juventud se han perdido todas las
posibilidades de encanto de esperanza de aventuras... dejándome
encallado en un bajío sin nada a lo que recurrir..."
Fragmento de una carta escrita por H. P. Lovecraft en 1935.
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