Reseña por Blackdecker
Si hay una capilla sixtina de esto del jazz, "In a silent way" puede significar algo muy cercano. Como siempre vampírico, Davis se lleva consigo a lo mejor de la nueva escena, desde John McLaughing a Wayne Shorter (para hacer las funciones de Coltrane) pasando por Corea, Hancock, Tony Williams, Joe Zawinul y Dave Holland. Como siempre rompedor, Davis electrifica y rompe con lo acústico en su particular viaje astral a otros mundos que le eviten la agonía. La lectura sigue siendo la misma, diálogos entre instrumentos e interpretes, una base que camina hacia terrenos desconocidos, sólo el jefe de la tribu tiene el mapa, o conoce el sendero. El resto del personal, tras sus pasos, confiados de llegar a buen término. No es un territorio tangible, es una nube la que atraviesan con sus sustancias y temores envolviéndolos. Belleza, intriga, incertidumbre. A lo lejos se oyen las sirenas, llamándolos. En el mascarón de de esa nave, el capitán hace sonar su cuerno, apartando telas invisibles a su paso. Como un emperador regresando a casa. Con corona de laurel y cetro. Al centro del universo, de una historia que es ya para toda la vida.
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