Es muy de agradecer que de vez en
cuando salga algún grupo que le dé una patada en los huevos al
establishment musical y que sacuda los cimientos del cementerio del
rock and roll inyectándole una dosis de sangre nueva. Grupos
que nos devuelvan a las raíces perversas y malvadas del rock,
que nos recuerden el peligro y las emociones fuertes que caracterizan
a este sonido, que nos enchufen electricidad a la columna vertebral
con una buena sesión de riffs sucios y grasientos, como hacían
Sabbath, Blue Cheer, los Stooges, Motörhead y compañía.
Esto me ocurrió en los 90 con grupos como Sleep o Electric
Wizard, y posteriormente con gente como Orchid o Uncle Acid And The
Deadbeats. La misma sensación me produjeron Satan's Satyrs:
adoración del riff fumeta y narcótico, vuelta a lo
básico, a las raíces, sin inventar nada nuevo pero
reciclando los sonidos del hard rock, el doom y el heavy psych
clásico reinterpretándolos con descaro y un desprecio
absoluto por las modas y tendencias imperantes. Un sonido puro,
atemporal, que nos electrocuta e hipnotiza hasta que caemos en el
desvanecimiento y el olvido absoluto.
Al escuchar su single “Lucifer Lives”
(2010) me quedé de piedra al ver que un grupo de ahora sonaba
clavado a los Venom del “Welcome To Hell”. Ese mismo sonido
cavernícola, con la batería chapucera martilleando sin
piedad, los riffs de guitarra asquerosamente sucios y ácidos,
ese bajo grueso y crepitante que lo domina todo y esas voces que
vomitan rabia y misantropía. El personaje que andaba metido
detrás de semejante artefacto era un norteamericano
veinteañero llamado Clayton Burgess, que a pesar de su
juventud demostró que sabía lo que estaba haciendo con
una madurez insultante. Tras largas sesiones nocturnas de cine de
terror setentero, ángeles del infierno, erotismo chungo,
sustancias alucinógenas variadas y discos de Electric Wizard,
Black Sabbath y Black Flag sin parar, la propuesta de Satan's Satyrs
iba tomando forma.
Su álbum de debut apareció
en 2012 (“Wild Beyond Belief!”) y confirmó todas las
expectativas que se habían creado. Esa mezcla de Electric
Wizard, Venom, Black Flag, MC5 y Blue Cheer continuaba sonando
explosiva y liberadora. Clayton lo grabó en su sótano
en 8 pistas, así que la producción es lo-fi a más
no poder, increiblemente denso, grave, cavernícola y
supurante de distorsión y ruido. Además, él
mismo se encargó de grabar todos los instrumentos, aunque eso
ni se nota porque los temas suenan engrasados como una máquina.
Un disco de intensidad aplastante, repleto de temas energéticos,
sencillos y básicos directos a la yugular, moviéndose
una vez más entre distintas aguas: el fuego del hard rock
setentero, la pesadez del doom metal, la fluidez del heavy psych... pero
pasado por el filtro del punk, porque efectivamente, hay veces que
Satan's Satyrs parecen una centrifugadora en donde los riffs clásicos
del hard rock son interpretados con la fiereza del punk. La
fascinación por el cine satánico y ocultista de serie
B, el euro-sleaze y los Hell's Angels se observa claramente en los
textos de las canciones. Con la publicación de este disco
Satan's Satyrs se convirtieron en la gran sensación del
underground norteamericano, estableciendo una reputación que
sólo ha hecho que crecer, especialmente desde que Clayton se
unió a los míticos Electric Wizard en 2013, con los que
ahora toca el bajo y con los que ha grabado un disco que promete ser
histórico.
Había mucha expectación
por ver cómo iba a ser su segundo disco y cómo iban a
evolucionar, y el primer cambio notable fue que Satan's Satyrs
pasaron de ser una one-man band a un power-trio, ya que Clayton
Burgess (bajo y voz) reclutó a Jarrett Nettnin a la guitarra y
a Stephen Fairfield a la batería, y anunció que sus
nuevos temas iban a ahondar en las raíces más
rockandrolleras, o sea que la cosa prometía. Su segundo
trabajo llegó por fin en 2014 (lleva por título “Die
Screaming”) y demuestra una madurez y una clara evolución en
su planteamiento. Lo primero que llama la atención es que el
sonido es algo más limpio que en el debut, se nota que le han
dedicado más tiempo a la producción, así que ya
no hay aquella distorsión y ruido al que nos tenían
acostumbrados sino que tanto los instrumentos como las voces suenan
mucho más depurados. Las canciones también estan más
trabajadas a nivel de estructura: el grupo trabaja como power-trio y
esa química especial se transmite a la música, cuyos
grooves se vuelven más adictivos conforme pasa el tiempo. Los
ecos de Venom y el doom más lisérgico han pasado a un
segundo plano, mientras que se ha acentuado la parte más
representada por el hard rock de finales de los 60 y el proto-metal
primitivo. Satan's Satyrs han ampliado su horizonte sonoro y han dado
un valiente paso adelante combinando la pesadez de los riffs,
atmósferas psicodélicas y los estribillos pegadizos y
memorables, yendo más allá del triángulo
Wizard-Stooges-Blue Cheer para así ir añadiendo
diferentes pinceladas que hacen más rica su excitante
propuesta.
1 comentario:
Espectacular tu blog. Muchísimas gracias por enlazar los míos (Wet Dreams, Electronic Orgy, Ex Libris). Voy a enlazar el tuyo. Abrazos.
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