Caminando por la ciudad de madrugada,
muchas veces me he preguntado qué es lo que se escondía
tras esas cortinas, persianas y puertas cerradas de casas y
edificios. Qué tipo de prácticas, de actos, de
perversiones innombrables estaban siendo llevadas a cabo por
ciudadanos respetables que durante su faceta diurna aparentan ser
grises e inofensivos, pero que en la intimidad se convierten en
sátiros insaciables y siempre insatisfechos. Nuestra mirada se
cruza con la de alguien al que no hemos visto en nuestra vida, y al
que no volveremos a ver jamás, y durante esas décimas
de segundo notamos algo que nos hace plantearnos qué puede
haber hecho esa persona unas horas antes (qué habrán
tocado sus manos, dónde habrá hundido su lengua, qué
objetos habrán acariciado o golpeado su cuerpo) para después
seguir cada uno nuestro camino. Todos esos deseos inconfesables que
son realizados de puertas para adentro, sin que nadie lo sepa. Todo
el vicio y la degeneración que el ser humano posee en su alma,
por mucho que la educación y la civilización hayan
intentado reprimir y ocultar. Es precisamente esto lo que Svankmajer
nos muestra en “Conspirators of Pleasure”: vemos las vidas de
varios ciudadanos anónimos y aparentemente normales, pero que
en su intimidad se entregan a las prácticas eróticas
más inusuales y grotescas. Estos exploradores del placer,
guiados ciegamente por sus obsesiones y su deseo imposible de
reprimir, entrecruzan sus caminos, sus pasos y sus miradas por la
ciudad de Praga. El objetivo de Svankmajer en esta película
era el ensalzar la libertad absoluta y el auto-erotismo, convirtiendo
el cuerpo entero en una gigante zona erógena donde cualquier
parte de nuestra anatomía sea capaz de sentir placer, en una
visión sexual influida por Sade, Sacher-Masoch, Buñuel
y Ernst, entre otros. Svankmajer, el maestro del surrealismo más
perverso y morboso, nos ofrece una película que, a pesar de
ser muda, no pierde ni un ápice de intensidad ya que los
sonidos, la música y ese impresionante despliegue visual de
sugerentes imágenes nos sumergen en un mundo irreal donde los
personajes dan rienda suelta a sus pasiones más secretas y a
las prácticas más extravagantes. Una película
tremendamente erótica y sensual, en la que los cuerpos humanos
y las sensaciones ocupan un lugar predominante, enfocados desde una
perspectiva que combina lo absurdo y lo hermético con el humor
más negro imaginable. Fetichistas, sádicos y
masoquistas, los personajes de “Conspirators of Pleasure” buscan
sin descanso el placer extremo, como el vecino y la vecina,
solitarios y anónimos, que entran en una espiral
sado-masoquista de delirio mórbido y violento en la que él
se convierte en un gallo totémico, en un semental desbocado
que termina exterminando al objeto de su deseo, mientras que ella,
inmersa también en ese juego auto-destructivo, se sueña
como una dominátrix que humilla, castiga y asesina a su
vecino, convertido en un enclenque muñeco de paja. El resto de
personajes también viven entregados al placer, cada uno
atrapado en su propio mundo de deseos y sueños compulsivos,
como la empleada de correos que esnifa bolas hechas con miga de pan
para después extraerlas de su propio cuerpo y dárselas
de comer a unos peces que chuparán los dedos de los pies de
una presentadora de televisión que llega al orgasmo en antena
mientras el propietario de una papelería, enamorado de su
imágen televisiva, la ve en directo, mientras goza con una
máquina auto-erótica con la que sueña que su
musa se le entrega, o ese policía que ha creado diversos
juguetes sexuales hechos de clavos, brochas, cepillos, plumas, para
así poder acariciar su cuerpo de arriba a abajo hasta el
clímax en una explosiva mezcla de placer y dolor... Todos
ellos maquinando sin descanso en búsqueda de un único
objetivo, para terminar la película y ver que el proceso puede
continuar hasta el infinito, intercambiándose los papeles y
los deseos, encerrados en un laberinto de rituales psico-sexuales sin
fin, para así empezar otra vez en un bucle infinito de
obsesión, lujuria y placer.
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