Rusia y los países del
bloque soviético han sido para mí los maestros de la ciencia
ficción y la distopía en el cine, especialmente en los años 70 y
80. Puede que influídos por la realidad socio-política en la que
vivían, o quizás por esos imponentes bloques de cemento, acero y
cristal que dominaban sus ciudades, o por las enormes fábricas y
naves industriales, el frío y los cielos grises y plomizos, el caso
es que la atmósfera y la tensión de las películas de directores
como Andrei Tarkovski o Konstantin Lopushanski nunca serán
superadas, por muchos efectos especiales o animaciones por ordenador
que se utilicen hoy en día. El polaco Piotr Szulkin fue otro de los
grandes nombres que Europa del Este ofreció al género de la
distopía gracias a una espectacular filmografía en la que destaca
esta, su primera película, filmada en 1979 y titulada “Golem”.
Basada en la novela homónima de Gustav Meyrink, pero con influencias
de “El Proceso” de Kafka, “1984” de Orwell y la estética
post-apocalíptica de Tarkovski, esta película nos muestra un
estremecedor retrato de una sociedad totalmente deshumanizada en la
que un régimen totalitario (imagino que Szulkin estaba bastante
condicionado por la situación de su Polonia natal en aquellos
tiempos) que somete a la población a través de la omnipresente
propaganda televisiva (para Szulkin, la televisión era uno de los
grandes males de la modernidad) y que se dedica de manera clandestina
a crear nuevos seres humanos en sus laboratorios (a la manera del
Golem) con la intención de “mejorar” la raza humana y con los
ojos puestos en la amenaza de la bomba atómica y la exterminación
total. El protagonista, Pernat, es fruto de uno de estos
experimentos, un engendro que ha servido para reemplazar al Pernat
“real” por no se sabe qué motivos, pero que a diferencia del
golem de Meyrink (que no tenía voluntad propia y actuaba de manera
básica e impulsiva), tiene una característica que lo vuelve
especial: su bondad. A pesar de vivir inmerso en la pobreza y la
miseria más absolutas, Pernat ayuda a sus semejantes y actúa guiado
por su corazón inocente y puro. Pernat vaga por las calles oscuras,
llenas de charcos y basura, de una ciudad anónima, malviviendo en su
decrépita finca rodeado de degenerados, locos, iluminados,
prostitutas y marginados sociales, mientras trabaja tiritando de frío
en su habitación grabando en placas de bronce la figura del ahorcado
del tarot. A pesar de no recordar casi nada de su pasado, su
naturaleza le inclina a ayudar a sus semejantes, y esto lo convierte
en una amenaza para las autoridades, ya que su compasión por los
demás le hace ser diferente de la masa uniformizada y resignada, le
hace más “humano” que la mayoría de humanos que le rodean. Así
pues, el gobierno lo espía, lo somete a interrogatorios brutales, lo
acusa de crímenes que él no recuerda haber cometido y le hace pasar
por interminables trámites burocráticos con la intención de
desestabilizarlo. Película filmada en un tono sepia / naranja / ocre
(que nos remite por momentos al “Stalker” de Tarkovski), sus
colores, la atmósfera opresiva y febril, los decorados y ambientes
decrépitos y ruinosos, el uso obsesivo de la música y unas
interpretaciones escalofriantes de sus protagonistas, la convierten
en una de esas “experiencias” que van más allá del cine y nos
sumergen en un mundo desolado y poético al mismo tiempo. El
surrealismo, que tan arraigado estaba en estos países (como ocurría
también en las obras de otro maestro polaco como es Walerian
Borowczyk o del checo Jan Svankmajer) hace su presencia de manera
sutil (esas decenas de ventanas de la finca que se abren y cierran al
mismo tiempo, esas semillas que caen en la mano de Pernat, ese
diálogo entre el ciego, su hermano y la prostituta, esa tienda de
reparación de muñecas rotas, esa banda de música que no acierta en
sus ensayos) y contribuye a aumentar el tono onírico y la sensación
de desasosiego que predomina en la película. El descorazonador final
de la película, a pesar de estar filmado en Polonia en 1979, refleja
perfectamente la situación que vivimos en los países democráticos
en 2017: las pantallas de televisión (que controlan y dirigen el
pensamiento de la gente) vomitan las imágenes de un político (cuyo
físico es idéntico al de Pernat y sostiene en la mano la misma
placa de identificación que aquel: GZ-565) vociferando con pasión
su discurso tranquilizador para las masas, asegurando que no hay
experimentos de creación de humanos y recordándonos nuestra
obligación de no pensar y ser felices, ya que estamos en buenas
manos y ellos cuidan de nosotros. Como ahora más o menos.
martes, 21 de noviembre de 2017
sábado, 9 de septiembre de 2017
MEPHISTOFELES: "I'm Heroin" (2017)
Al escuchar a Mephistofeles me viene a
la mente una de las primeras imágenes que se ven en la película
“Faust” de Murnau, en la que vemos a un gigantesco diablo
(Mefisto) que extiende sus alas negras sobre una indefensa ciudad
para poco a poco ir cubriéndola en un manto de oscuridad, humo,
pestilencia y caos.
Esa misma sensación de paulatina asfixia y
terror es la que producen las vibraciones tan siniestras que emite
este “I'm Heroin” (2017). El disco sigue la estela de su debut de
2016 (“Whore”) aunque se percibe un claro progreso ya que el trío
argentino suena ahora más compacto y engrasado, y la producción ha
ganado quilates en cuanto a densidad, suciedad y calidez sonora. El
disco suena tremendo, desde ese tétrico órgano que abre el disco y
nos sumerge en la lisérgica marcha fúnebre de “Transylvanian
Funeral” hasta “Into the Night”, tema que nos conduce con una
demoledora jam session a la conclusión de este bad trip. Entre estas
dos monolíticas composiciones, el resto de temas son una auténtica
inyección letal de sonidos vintage empapados en ácido y paridos en
una cripta subterránea, exploraciones obsesivas en búsqueda del
riff perfecto, wah orgásmico, fuzz abrasador, riffs
absolutamente gloriosos en lo que se refiere a suciedad y vicio,
melodías increíblemente pegadizas y grooves adictivos, con unas
letras y un artwork que transmiten una sombría visión de la vida
que gira alrededor de la droga, el sexo bizarro y violento, el
ocultismo, la misantropía, la marginalidad y la exploración de
diversos tabúes sociales. Ahí siguen, cómo no, los ecos de Black
Sabbath, Electric Wizard, Uncle Acid, Dead Meadow y artefactos
similares, destilando la esencia del hard rock / heavy psych
setentero junto a los elementos más alucinógenos del stoner rock y
la densidad del doom, lo cual es muy de agradecer ya que hay gente
que no nos cansamos de profundizar en ese sonido tan puro y tan
eléctrico, y en ese sentido Mephistofeles son auténticos expertos.
Su dedicación exclusiva al riff y a las atmósferas humeantes y
perversas, unidos a una insultante juventud y descaro, hacen que el
futuro del grupo sea más que prometedor.
Pero aquí no termina todo. Nos pusimos
en contacto con Gabriel Ravera (voz y guitarra eléctrica en
Mephistofeles) para que nos comentase algo más sobre lo que se
esconde detrás de las piezas de este fantástico álbum, y esto fue
lo que nos comentó sobre cada uno de los temas y la estructura del
disco:
“Sin
percibirlo, el disco se volvió un poco conceptual a medida que nos
sumergimos en la composición de los temas.
Transylvanian
Funeral nos
sumerge directo en la entrada hacia un funeral vampírico, una
caravana de drogas que culmina en los inmensos salones de los
castillos más fríos y húmedos que Transilvania podría ofrecer.
The
Rogue es
la leyenda de un profanador de tumbas que solía intrusarse en los
pocos funerales que encontraba cerca, para corromper la armonía del
sepulcro y así hurtar lo más preciado que este cuerpo pudiera
ofrecer para obsequiarlo a las sectas que pertenecía. White
Butterfly
continúa la historia de "the
rogue":
presencia cómo cobra vida este cuerpo que acaba de profanar,
despertando un odio y desprecio en él por la humanidad misma, lo
cual procede a su autodestrucción como individuo. Trash
Lord
es el grito de este "no
vivo"
que no puede lidiar con el estado en el que se encuentra, el retorno
del mundo de los no vivos, mientras pide a gritos a su ídolo que
detenga esa tortura. Heroin habla sobre que “the rogue” no era sólo un profanador de tumbas, más bien un asesino que se interesaba en jovencitas blancas. Su personalidad, era más que nada, la droga que terminaba acabando con ellas. Addicted to Satan es la oda y el único escape que queda para culminar la vida criminal y pedir por un poco de piedad a los ídolos propios sin la necesidad de ser juzgado por la decrépita humanidad. “Ya todo lo que queda en este mundo no es más que pútrido. Cuando algo ya no vale nada, sólo se descarta y se construye algo nuevo”.Into the Night es la llegada de la noche, internándose en los bosques más oscuros que puedan existir. A la luz de la luna, aguardando a morir ya con las venas de ambas muñecas vacías, se cierra toda esta obra con un viaje por la cabeza de “the rogue” que, con una pequeña copla funeraria, termina llevándose consigo el alma de los malditos.”
https://mephistofeles.bandcamp.com/
lunes, 28 de agosto de 2017
NESEBLOD: Viaje a las entrañas del black metal
Este verano he estado viajando por los
países escandinavos. Hacía tiempo que me apetecía visitar esas
tierras y admirar sus espectaculares paisajes y sus vibrantes
ciudades. He tenido la oportunidad de ver muchísimas cosas, y como
consumidor obsesivo de música que soy, visité unas cuantas tiendas
de discos a lo largo del viaje, pero voy a centrarme especialmente en
una de ellas (Neseblod, en Oslo), ya que este es un lugar que va más
allá de lo que es una simple tienda de discos debido a su atmósfera
tan especial y a los extraños acontecimientos que se vivieron allí
a principios de los 90, cuando la tienda se llamaba Helvete y su
capo era ni más ni menos que Euronymous, líder del grupo Mayhem y
pieza fundamental alrededor de quien giraba el black metal noruego de
aquella época. Mucho se ha dicho y escrito sobre los acontecimientos
que tuvieron lugar en Noruega a principios de los 90, cuando algunos
de los grupos de la escena black metal, organizados en una especie de
colectivo llamado Inner Circle (también descrito por la prensa como
mafia satánica y terrorista), un puñado de jóvenes que,
enfebrecidos por sus delirios paganos / anticristianos /
misantrópicos, se dedicaron a quemar iglesias, profanar cementerios,
llegando en algunos casos a la agresión física e incluso al
asesinato. Todo ello mientras grababan algunos de los discos más
extremos y perturbadores de la historia de la música. La sede donde
los miembros del Inner Circle se reunían, liderados por Euronymous,
era la tienda de discos Helvete y su sótano, donde tenían lugar sus
infames reuniones y donde incluso se quedaban a dormir miembros del
colectivo cuando llegaban de otras ciudades noruegas. Por allí
pasaron, trabajaron (e incluso vivieron) varios miembros de Mayhem,
Emperor, Darkthrone y también el archiconocido Varg Vikerness
(Burzum). Así pues, esas paredes han visto muchas cosas que sólo
con pensarlas me pone los pelos de punta. Aquella escena noruega
reinventó el black metal de los 80 y lo radicalizó en todos los
sentidos (musicalmente, estéticamente, ideológicamente) y empujaron
a la música a uno de los extremos más salvajes y peligrosos que se
han conocido. Lo que más impresiona de aquella escena es, ya no sólo
su fascinante imagen (corpsepaint, expresiones faciales poseídas,
portadas en blanco y negro áspero y rasposo, escenografía
macabra), su música y arte satánico, sino que decidieron llevarlo
a la vida real sin miedo a las posibles consecuencias. Todo aquello
terminó con el asesinato de Euronymous y con varios miembros del
Inner Circle en la cárcel, así como más de 50 iglesias quemadas y
una huella imborrable de odio, caos y violencia. Por supuesto,
Helvete tuvo que cerrar sus puertas y estuvo desaparecida durante
años hasta que en 2003 un grupo de gente (con la colaboración de
miembros de Darkthrone entre otros) tuvo la idea de volver a abrirla
en el mismo sitio, con el nuevo nombre de Neseblod y manteniendo una
filosofía similar (pero centrándose sólo en la música, dejando
aparte temas extra-musicales, según parece). Recuerdo que cuando era
un adolescente leía con avidez todas las noticias tan violentas e
imprevisibles que llegaban desde Noruega en los años 92-93 en
revistas como Metali-KO, mientras admiraba extasiado las portadas y
fotos de los discos de Darkthrone, Mayhem, Bathory y compañía. En
aquella época no existía internet, por lo tanto las noticias nos
llegaban en cuentagotas: lo único que teníamos eran los discos, con
esa música y esas fotos tan tremendas, y algún que otro artículo
en la prensa especializada, nada más, quizá por eso toda esta
historia estaba rodeada de un aura de misterio y peligro que hoy en
día ya se ha perdido, y quizá también por eso lo idealizamos
tanto. Así pues, tenía claro que cuando visitara Oslo tendría que
hacer una excursión a Neseblod. Está claro que hoy en día es muy
fácil comprar música por internet. Con un simple click te puedes
bajar la discografía de tal o cual grupo e incluso comprar discos
con facilidad y que te llegan a casa por correo al poco tiempo. Todo
eso está muy bien, y recurro a ello con frecuencia, pero yo soy de
los que piensa que ir a una tienda de discos física es una
experiencia que nunca podrá ser reemplazada por internet. El hecho
de ir a una tienda y pasar horas mirando vinilos y cd's, pasándolos
uno a uno, viendo las portadas y contraportadas, notando como la
punta de los dedos se va ennegreciendo y volviéndose pegajosa debido
al contacto con el plástico, mientras aspiras ese peculiar olor que
poco a poco hace que te olvides de cuánto tiempo llevas allí... Y
por supuesto poder hablar con la gente que está allí en la tienda,
comentar cosas sobre este disco o este otro, compartir experiencias y
recomendaciones con gente que realmente sabe lo que vende y no como
en las grandes superficies, donde se la suda si te venden un disco de
Swans o uno de Julio Iglesias ya que para ellos la música no es
arte, no es droga, no es compulsión, sino que es un producto que hay
que vender para hacer negocio. Supongo que hay algo de fetichismo,
romanticismo y obsesión en esta visión, pero para mí no hay color.
Así pues, visitar Neseblod fue una auténtica peregrinación, un
viaje a las tripas del black metal noruego y un lugar en el que,
además de comprar buena música, se pueden sentir las vibraciones
tan perversas que allí todavía permanecen a pesar del paso del
tiempo. Pasé allí un par de horas, rodeado de vinilos, cd's,
cassettes, camisetas, dvd's, libros, fanzines y posters a reventar,
desde el suelo hasta el techo, por las paredes, en estanterías, en
cajas, en cajones, todo apretadísimo, es que no cabía ni un sólo
disco más, un auténtico lujo para los sentidos, una sobredosis
emocional y estética, síndrome Stendhal 100%.
En ese tiempo creo
que no llegué a ver ni la mitad de los discos que allí había, pero
es que para eso se necesitaría pasar allí dos o tres días enteros.
Iba a buscar algunas cosas concretas y después a echar un vistazo a
algunas secciones, y me gasté unos 100 euros, pero aun así siempre
te vas con la duda de si te habrás dejado allí alguna joya por no
haberla visto... En la primera planta se encuentra material más
relacionado con el black, death, doom y grindcore, y por todas partes
hay parafernalia para coleccionistas de los archivos privados y
pertenencias personales de Euronymous y del universo Mayhem.
Yo no
soy coleccionista, pero la verdad es que da respeto ver todo ese
material que en su época pasó por las manos de Euronymous,
Vikerness y compañía. La cruz invertida en la pared formada por
varias copias del “Deathcrush” de Mayhem es digna de ser vista,
así como las copias originales del fanzine Slayer (biblia del black
metal noruego de los 90).
Pero ahí no termina todo, ya que en la
planta baja todavía hay más discos, pero de otros géneros: rock
progresivo, punk, hardcore, alternativo, post-punk... Y también en
la planta baja se encuentra el que es sin duda el lugar que mucha
gente viene a ver en Neseblod: el “Black Metal Museum”, el lugar
en el que se reunían los miembros del Inner Circle y donde también
se quedaban a dormir los visitantes llegados de otros lugares de
Noruega. El llamado “museo” se encuentra ahora abierto al público
y es de visita obligada para los amantes del género. Lo primero que
ves en entrar al sótano es un pasillo corto que conduce a una
primera habitación en la que se encuentran diversos objetos como
posters promocionales de Mayhem (posters auténticos de principios de
finales de los 80 y principios de los 90), un poster gigante con la
ilustración de la portada del “In the Sign of Evil” de Sodom, un
ataúd y algunos maniquíes en el suelo.
A continuación se entra a
la infame sala de reuniones y de la que tantas fotos había visto en
libros y por donde han pasado tantos y tantos integrantes de esta
fascinante escena. La sala realmente impresiona por su desnudez y su
ambiente frío y húmedo. Supongo que en su día habría algunos
muebles, mesas, sillas y algunos colchones donde dormir, pero todo
desapareció tras cerrar Helvete. Dentro, una bombilla amarillenta en
el techo ilumina las paredes de piedra desnudas, tan sólo hay un
trono tras el cual se ve una bandera con la portada del segundo disco
de Venom (cómo no) y una pintada en la pared que dice: “Black
Metal”. Minimalista, sucio, oscuro y macabro, como era el Unholy
Black Metal que practicaban aquellos grupos en su época.
Estuve allí
dentro un buen rato, no sé exactamente cuánto porque perdí un poco
la noción del tiempo. Tuve la suerte de que en esos momentos no
había nadie en la tienda, así que pude disfrutar en soledad de esas
vibraciones tan estremecedoras que allí se podían sentir, sin
ningún gilipollas a mi alrededor haciéndose selfies para después
colgarlos en facebook. La verdad es que lo agradecí. Salí de allí
con los pelos de punta. Tras pasar por caja volvía a la realidad
mientras en la calle descargaba una tormenta de verano y caía agua a
raudales mientras los truenos retumbaban en el cielo. Una mejor
manera de terminar esta experiencia habría sido imposible.
jueves, 22 de junio de 2017
SOL INVICTUS: "In the Rain" (1995)
La lluvia cae sobre las
calles de las ciudades de Europa. Una lluvia incesante que nos hace
quedarnos encerrados en nuestras casas mientras miramos a través de
los cristales mojados de las ventanas y recordamos tiempos mejores.
Nos dicen que el viejo continente se hunde, se resquebraja, se parte
en diversos trozos, se ahoga bajo las olas de inmigrantes y se
desangra por la amenaza terrorista. Esta preocupación por Europa ha
sido una constante en la obra de Tony Wakeford y su grupo Sol
Invictus desde sus inicios a finales de los años 80. En “In the
Rain” (1995), el que es probablemente el mejor trabajo de su
extensa discografía, esta lluvia y esa percepción de la decadencia
de la civilización occidental atraviesan todas y cada una de las
canciones que conforman el disco, sin olvidar los otros dos polos
alrededor de los que gravitan las obsesiones de Wakeford: el amor y
la muerte. Esta fue una de las obras fundamentales del llamado
“Neofolk” o “Folk Apocalíptico” que a principios de los 90
en Inglaterra nos ofreció discos tan fascinantes como este “In the
Rain”, el “Thunder Perfect Mind” de Current 93 o “But, What
Ends When the Symbols Shatter?” de Death In June. Grupos todos
ellos que iniciaron su andadura a principios de los 80 en la escena
industrial y darkwave Británica y que compartían inquietudes y
obsesiones como eran el ocultismo, el paganismo, el nazismo y la
preocupación por la decadencia de occidente. Es curioso que todos
ellos coincidieran en su evolución estilística y a principios de
los 90 atravesaran esa etapa “Neofolk”, aunque de todos ellos,
Sol Invictus fueron los que más enraizados estaban en este género.
A pesar de tener un claro componente folk (Wakeford afirmó en
entrevistas que en aquella época estaba muy metido en la música de
Nick Drake y Leonard Cohen), la música de Sol Invictus va mucho más
allá de los esquemas del género, como podemos apreciar claramente
en “In the Rain”. Si bien las canciones parten de una estructura
básica como es la guitarra acústica y la voz de Wakeford, su paleta
sonora se expande con la participación de una pequeña orquesta de
cámara (violines, cellos, trompetas, piano), así como la percusión
y los sonidos de carácter eléctrico que le añaden muchísima
profundidad y matices al sonido. La atmósfera del disco, marcada por
la incesante lluvia, es deliciosamente melancólica, otoñal,
intimista y decadente. La voz de Wakeford (que en mi opinión ha sido
muchas veces injustamente criticada) es lo que le da un sabor tan
especial a estas composiciones: a pesar de no ser un gran cantante
(como tampoco lo eran Douglas Pearce o David Tibet) su voz frágil,
quebradiza, como si estuviese a punto de derrumbarse, transmite una
emoción y una intensidad que personalmente me pone los pelos de
punta. Obsesionado por los amores perdidos o por los que nunca
llegarán, por la muerte inevitable que nos alcanzará tarde o
temprano, por el amor como fuerza de regeneración espiritual, por un
mundo que se derrumba y de cuya progresiva extinción somos testigos
impotentes, Wakeford entona sus letárgicos recitados y nos acompaña
en este fascinante viaje que es “In the Rain”. Las 11 canciones
que conforman el disco tienen un sonido y una estructura similar,
algo de lo que se beneficia el disco porque la atmósfera se expande
a lo largo de todos los temas, combinando la sencillez de las
guitarras de Wakeford con la elegancia que aportan los
instrumentos de cámara y con unos estribillos absolutamente
memorables que en su belleza y fragilidad nos atrapan y atraviesan
cada poro de nuestra piel. El caso más revelador es el del penúltimo
tema del disco (“In Days To Come”), y que para mí es uno de los
mejores del repertorio de Sol Invictus, que ejemplifica a la
perfección la propuesta global de este disco: una melodía básica y
repetitiva se utiliza como base para la canción en la que Wakeford
describe con solemnidad el final de la civilización, un mundo
sumergido en el caos, la violencia, la escoria y la avaricia, para a
continuación conducirnos a un estribillo épico, bellísimo y
estremecedor en el que se apunta a la llegada de una divinidad pagana
surgida de los campos y de los bosques a la luz de la luna y que
provocará un nuevo renacer de la especie. Sencillo pero
tremendamente efectivo, tras esta explosión de intensidad y emoción,
el disco se cierra con “Europa in the Rain II”, devolviéndonos
una vez más a sentimiento de tristeza que nos invade al ver desde la
ventana las calles mojadas de lluvia en nuestra vieja y enferma
Europa.
martes, 9 de mayo de 2017
PIERRE HENRY: "Le Voyage" (1962)
Cada día me fascina más
el trabajo de aquellos pioneros de la “musique concrète” y la
música electro-acústica de los años 50 y 60. Ese primitivismo, ese
sonido prehistórico, granítico y rugoso, pero al mismo tiempo
combinado con un afán de experimentación sin límite y con esa
dedicación a explorar todas las posibilidades del sonido y del ruido
son absolutamente irresistibles. De entre todos esos artesanos del
sonido, Pierre Henry fue uno de los más grandes, y obras como esta
“Le Voyage” lo situaron como uno de los creadores más
importantes de la música de vanguardia del siglo 20. Este trabajo,
grabado en 1962, está basado en el Libro Tibetano de los Muertos y
trataba de reflejar el viaje del alma desde el momento de la muerte
hasta su reencarnación, atravesando diversos estados entre la muerte
y el renacer. Música abstracta y difícil, pero con cierto regusto
esotérico e incluso sobrenatural, algo que la hace todavía más
intrigante. En una época en la que no contaban con ordenadores ni
sintetizadores ni con la tecnología de la que disponemos hoy en día,
artesanos como Pierre Henry trabajaban con la grabación, alteración
y manipulación de todo tipo de sonidos para elaborar así sus
atmósferas y texturas sonoras que en pleno siglo 21 siguen sonando
increíblemente modernas y avanzadas. “Le Voyage” se abre con
“Souffle 1”, una auténtica sinfonía de estertores, de
respiraciones agonizantes que expresan el trance del cuerpo
abandonando la vida y adentrándose en la muerte. Una pieza
angustiosa que nos envuelve con sus sonidos asfixiantes y nos sitúa
en el estado mental apropiado para iniciar este viaje. Los dos
siguientes temas, “Après la Mort 1” y “Après la Mort 2”,
nos adentran ya en el reino de la muerte. Los sonidos, de origen
indescifrable, van siendo manipulados y se metamorfosean en formas y
estructuras imposibles reproduciendo el gruñido de los dinosaurios,
lenguajes y formas de comunicación desconocidas, las explosiones de
una supernova y los ecos de las galaxias más lejanas. Un ejercicio
de arqueología sonora que en ocasiones suena maquinal, robotizado e
inhumano mientras que en otras ocasiones suena vivo y orgánico como
las capas tectónicas en movimiento y los diferentes estratos rocosos
moviéndose a velocidades vertiginosas. Le llega el turno a las
divinidades y a los dioses en “Divinités Paisibles” y “Divinités
Irritées”. La primera composición abandona las anteriores
texturas rugosas y ásperas para sumergirnos en una atmósfera mucho
más etérea, plantando las semillas de lo que años más tarde se
llamaría “Dark Ambient” o “Drone”. La segunda es una breve y
brutal composición en la que Henry experimenta con todo tipo de
ruidos chirriantes y ritmos en descomposición que se podrían
interpretar como una clara influencia en la electrónica más
ruidista e incluso en géneros extremos como el Power Electronics.
Tras este breve interludio llega “Le Couple”, donde vuelven a
aparecer los sonidos de carácter ambient / drone, con latigazos
metalizados y frecuencias corrosivas que hipnotizan con su una
belleza misteriosa y abstracta. Escucho este tema y nunca me
imaginaría que esto fue grabado hace más de 50 años. Suena tan
avanzado, tan intenso y tan perturbador como si se hubiese grabado
ayer mismo. “Souffle 2” concluye el viaje devolviéndonos a los
sonidos de respiraciones asfixiantes que escuchábamos al principio
de la obra, la respiración lo es todo en el momento de morir pero
también en el momento de nacer, pero hacia el final de la pieza se
le cede el paso a un drone final en caída libre que nos sumerge en
el líquido amniótico y en los momentos previos a un nuevo
nacimiento en el que todos los sonidos del universo entran en nuestro
cuerpo convirtiéndonos en un gigantesco oído que capta hasta las
vibraciones y ecos más lejanos.
miércoles, 25 de enero de 2017
Entrevista a MEPHISTOFELES
Mephistofeles son un trío argentino
cuyo debut discográfico de 2016 (titulado “Whore”) supuso una
verdadera revelación para los seguidores del stoner / doom más
pantanoso y psicodélico. Herederos directos de una estirpe que parte
desde Black Sabbath hasta llegar a Sleep, Uncle Acid y Electric
Wizard, sus aplastantes e hipnóticos riffs llegados desde el otro
lado del Atlántico ya han comenzado a hacer su efecto en todos
aquellos fanáticos de los sonidos pesados y densos. Gabriel
Ravera, guitarrista y vocalista
del grupo, accedió amablemente a contestar a nuestras preguntas.
Antes de hablar de vuestro disco, me gustaría preguntaros por una serie de grabaciones que no existen en formato físico pero que circulan por internet con títulos como “Apophis”, “Kali” o “Lagash”, que suenan bastante diferentes a lo que hacéis ahora pero que también me han gustado mucho, con ese sonido que es como una combinación lo-fi de Om y Queen Elephantine. ¿Qué me podéis decir de esas grabaciones?
Esa serie de grabaciones tuvieron lugar en un periodo corto desde el 2012 hasta finales del 2014. Fueron una serie de EPs que grabé yo solo por mi cuenta y que, en aquel entonces, era lo que quería para Mephistofeles. Luego de grabar Master Doom, entré en una especie de lucha interior hasta decidir qué era lo que de verdad quería para Mephistofeles, dado que ambos materiales más allá de ser muy buenos, son totalmente incompatibles juntos, en mi opinión. Durante esa época de hecho me nutrí muchísimo con el sonido de bandas como Queen Elephantine y Earth. El drone mezclado con una atmósfera un tanto védica me habían tomado por completo en aquel entonces. Tiempo después decidí que no debían formar parte de la formación actual como composiciones, pero sí decidí sacarlas a la luz al menos por una plataforma, sin darles demasiado crédito ni propaganda.
Pasando ya al presente, vuestro disco debut (“Whore”) es una fantástica carta de presentación que presenta a un grupo muy joven pero con ideas muy claras en cuanto a sonido y actitud. ¿Cuáles serían las principales influencias a nivel musical que os han acompañado a la hora de componer los temas del disco?
Principalmente Black Sabbath, como la mayoría de bandas de este género supongo (risas). Pero sus primeros discos más que nada. Siempre fui muy adepto a la escena nacional de mi país de los 70s, con grandes exponentes de bandas como Pappo’s Blues o Vox Dei, las cuales más que nada me nutrieron en el momento que empecé a aprender a tocar la guitarra y a solear. Uncle Acid & the Dead Beats también resultaron ser una gran influencia en mí que participó en la composición de los temas. Siempre admiré las vocales de esa banda.
Vuestros riffs me parecen absolutamente gloriosos y 100% adictivos. Está claro que sois unos artesanos del riff, expertos en la recreación de esos sonidos eléctricos, densos y fluidos que caracterizaban al hard rock de finales de los 60 y principios de los 70. Estos riffs, ¿os surgen de manera fácil, espontánea, improvisada o por el contrario os requieren un esfuerzo y un trabajo para que suenen tan perfectos?
En mi caso, la mayoría de los riffes salieron de manera bastante espontánea. Lo cual los llevó a trabajarse un poco más por el hecho de intentar no “sonar ya a otra cosa”, dado que la mayoría eran muy reminiscentes por ahí a otras canciones o influencias mías. Si vamos al caso de Whore, está en boca de todos el riff de “Kill Yourself” el cual es básicamente un “robo” a Electric Wizard de mi parte según algunos medios y oyentes. No voy a negar que es similar, pero ese riff se modificó porque originalmente era muy similar a “Iron Man” de Black Sabbath. Quedó como una especie de “riff Frankenstein” entre “Iron Man” y “Chosen Few”. Yo particularmente no lo siento como un robo, dado que jamás tuvo ese ímpetu desde el principio. A lo sumo, quizás una especie de tributo de mi parte hacia ambas bandas. Yo sospecho que en algún momento los riffes se agotarán solamente para este género si se quiere seguir siendo reminiscente a lo clásico. Por otro lado, siento que el disco quedó super natural con respecto a sus canciones y salieron de hecho a como yo las sentía y planeaba, así que quedé muy satisfecho con el resultado.
Vuestra música tiene muchos componentes extra-musicales que la hacen más excitante todavía. Uno de ellos es el cine: vuestras canciones emiten cierto aroma a cine de horror de serie B, a clásicos del género sexploitation, al porno más bizarro y vintage, a escenas de ángeles del infierno rodando por carreteras infinitas y sembrando el caos a su paso... ¿Cuáles son esas fuentes cinematográficas de las que habéis bebido?
Hay de todo un poco. Ya de pequeño disfrutaba de ver esta clase de películas con diversos familiares míos. Tanto de western como de motoqueros o persecuciones. Luego cuando tuve acceso a internet conocí lo que era el cine italiano y sus bizarreadas, fue muy loco. Más que nada, yo siendo dibujante, me llamaban la atención los carteles dibujados de las mismas películas. Me parecían geniales y muy potables a la hora de utilizarse como imagen. Hay muchas películas de qué hablar, pero las más recientes que he visto han sido “Satan’s Sadists” y “Glory Stompers”. Últimamente he incursionado un poco también en la imagen de la llamada escena del “Black Metal”, toda esa gráfica cruda fotocopiada y el corpse painting me han llamado mucho la atención.
Las letras de vuestros temas tienen un marcado carácter oscuro, macabro, violento y misantrópico. Las referencias a la muerte, al suicidio, la soledad, la marginalidad, las drogas, las perversiones sexuales y el ocultismo son temas que obsesionan a gran parte de la parroquia stoner / doom / psych. ¿De dónde viene la inspiración para escribir estas letras? ¿Están basadas en experiencias personales o son fruto de una imaginación morbosa?
Conocí a varios “personajes” durante mi adolescencia, que me dieron de qué hablar para este material, chicas también. Son esos momentos en los cuales solamente tenés ganas de ser iracundo y matar a alguien pisoteándole la cabeza sin darle oportunidad de pedirte perdón. Se ha dicho también que le hemos robado a Electric Wizard todo este concepto, pero no. Electric Wizard lo único que hizo fue incentivarme un poco más a que hable y cante sobre todas estas cosas que de hecho me molestaron hasta no hace mucho. Es un concepto que quizás quede en este disco solamente, por eso lo hace un tanto especial. Pero aun así creo que tengo material de qué hablar para un próximo disco.
Uno de los factores más excitantes de vuestro trabajo es todo el artwork, los carteles promocionales y las imágenes con las que acompañáis vuestras grabaciones y vuestra página web y que sirven de complemento perfecto a vuestra música. Todo este artwork, que transmite una visión sombría y degradada de la sociedad, está repleta de referencias al lado oscuro de las drogas, a adolescentes descarriadas, a personajes marginales, pornografía vintage, ocultismo y bikers fuera de la ley. ¿De dónde surge la inspiración para crear estos maravillosos trabajos visuales?
Gracias, yo me encargo de toda esa cartelería. Como había explicado anteriormente, siempre tuve en cuenta que lo visual es tan importante como el contenido. De hecho, si estos se complementan, “boom” sale algo completamente genial. Además veo actualmente distintas bandas que tienen muy buen sonido pero visualmente son un desastre y no genera interés con ningún público en especial. No tienen cómo identificarse o cómo decir en tan solo una imagen “vas a oír esto”, “somos esto”. Es una pena. Además, las portadas siempre ayudan a uno a visualizar las canciones mientras éstas se reproducen, te da a entender hasta quizás un poco más todo el concepto que trae consigo el sonido del disco. También hay que tener en cuenta que una persona hasta por ahí compra discos sin siquiera escucharlos, tan sólo porque le ha gustado la portada. Es increíble pero es tan normal como cierto, yo sostengo que eso es lo mismo que ocurre en lugares como Youtube. Vas a clickear en el álbum si te llama la atención la visual desde un comienzo.
Hay un grupo Argentino de principios de los 70 que es Pappo's Blues y que me parece que es de lo mejorcito que había en aquella época en el hard rock latinoamericano. Algunos de los riffs de sus primeros discos están a la altura de cualquiera de los clásicos de su tiempo. ¿Conocéis a este grupo? ¿Pensáis que estáis relacionados de alguna manera con su propuesta?
Por supuesto, conozco y oí cada uno de sus discos a partir del volumen 1 al 7. Fueron amor a primera vista. Mira, la única relación que ni siquiera nosotros le hemos atribuido, es que otro tema de Whore, que se titula “Cursed To Death”, se ha dicho que es un robo a “Sucio y Desprolijo”, de Pappo’s Blues (3er o 4to tema que figura en su álbum “Volumen 3”). Tan sólo porque las melodías vocales se oyen un poco parecidas a las de este. Yo hoy en día lo único que puedo pensar es que las personas se han vuelto muy quisquillosas al respecto y elitistas. El día de mañana ya ni siquiera se va a poder “sonar como otra banda” porque va a ser un robo descarado. Además hoy en día nadie le puede quitar a Pappo’s Blues la merecida fama que tienen. Es algo completamente estúpido pensar en algo así.
Desde la distancia me da la impresión que la escena stoner / doom / occult en Argentina se está moviendo poco a poco y hay algunas algunas bandas bastante interesantes. Me gustan mucho grupos como The Grave y también The Black Furs. ¿Hay alguna otra propuesta interesante que nos podáis recomendar?
Hoy en día me mantengo en contacto con Diego de los Black Furs, es una banda increíble y la verdad que le tengo un cariño inmenso a su disco “Doomed Blues”, está entre mis favoritos del 2016. Se han demostrado muy amistosos con nosotros y hemos tenido planes de organizar unas tocadas juntos, pero aún no se ha concretado. De mi ciudad tenemos a los muchachos de Sahara (antes como Sahara Doom Explosion) son unos tipos los cuales se traen algo muy lindo entre manos. Les gusta muchísimo bandas como Mastodon y los Melvins. Planean largar su álbum debut a mediados de este año. Teniendo tan solo un single en su bandcamp, yo creo que hay que tenerles fe para lo que están planeando. Por Rosario tenemos a la gente de la banda Ciénaga Sludge, “straight” EYEHATEGOD doom y una muy buena puesta en escena la verdad.
A pesar de que “Whore” salió el año pasado, imagino que estaréis componiendo nuevo material y que tendréis planes para futuros discos. ¿Cómo suenan estas nuevas canciones? ¿Hay planes para un segundo disco?
Por supuesto, ya está elaborado básicamente. En febrero entramos a estudio a grabar, y potencialmente lo tengamos listo para mayo o junio como una posible primera entrega de este segundo material. Va a tener una línea a lo Whore, pero no tan homogénea esta vez, y esperamos volver a lograr la reminiscencia vintage en él. También me ocupé de que esta vuelta no se presenten demasiadas ambigüedades con otros temas ya existentes en la escena (risas). Además quizás presentemos alguna clase de adelanto si llegamos a realizar un Split con nuestros queridos amigos de Steinsopp, una banda de Noruega que definitivamente recomiendo escuchar. El año pasado largaron su álbum debut también y es una explosión de riffes crudos y psicodelia espacial totalmente adictiva. Otro de mis álbumes favoritos de lo que fue el 2016. [(https://steinsopp.bandcamp.com/) Mis tracks favoritos: (singularity, jawa strain, quasar)]
Ya para acabar, Gabriel, darte las gracias por contestar a mis preguntas y si hay algo más que quieras añadir ahora es el momento.
Y no mucho más a decir la verdad. Estamos ya muy agradecidos con todo el mundo que nos ha dado una mano. Nuestros amigos, Colo con la grabación, “La Ira” con la mezcla. El muchacho de Stoner Meadow Of Doom por la difusión (sin él, dudo mucho que el disco hubiera llegado a tantas oyentes), las ediciones de los primeros releases de Whore. A Fede Barcia de Catarata Records Bs As, a Maxi de Piramide Records. Vicente, un amigo chileno que nos editó una versión especial del disco en su sello Golden Dawn Recordings. A Steve de Satan’s Claw tapes que desde USA nos edita un cassette con uno de los primeros ensayos de la nueva formación de Mephistofeles, allá por mediados del 2015. Y por supuesto a Thomas y JB, nuestros queridos amigos de Francia que nos editarán Whore en vinilo para este Febrero de 2017. Gracias a ti también por la entrevista, de verdad nos gusta aprovechar esta clase de oportunidades para comunicarnos con el mundo.
miércoles, 4 de enero de 2017
ATANAS AKERSTRA: "ORO" (2016)
Los
antiguos alquimistas se encerraban en gabinetes herméticos para
llevar a cabo su búsqueda. Iluminados por el rayo gnóstico,
exploraban el martirio de los metales en su camino a la perfección:
el oro. El proceso de la transmutación de los metales (similar a la
travesía del alma en las prácticas de magia astral) implicaba una
transformación, un cambio: la muerte, la putrefacción y la
descomposición del cuerpo / metal, que daría pie a algo nuevo y
puro. Precisamente “Oro” es el título del segundo trabajo de
Atanas Akerstra, donde profundiza en en las raíces de ese
proto-blues que ya planteó en su “Volumen 1” en 2006, pero ahora
desde una perspectiva más primitiva, ascética e intuitiva,
reduciéndolo a su estructura más austera y desnuda. Para ello ha
escogido, entre otras, un puñado de temas de Akauzazte (grupo en el
que milita desde hace décadas) y, como si de un alquimista se
tratase, las ha transformado en sencillas piezas acústicas de gran
pureza, sin adulterar, cristalinas, brillantes, afiladas y duras como
un diamante en bruto, convirtiendo las sinfonías ruidistas tribales
de Akauzazte en estas canciones reducidas a su esqueleto básico de
guitarra española y voz, pero cargadas de emoción e intensidad.
Grabaciones caseras de corte intimista que capturan la magia,
frescura y espontaneidad de estos momentos fugaces e irrepetibles que
son estas canciones, alumbradas en un inhóspito cruce de caminos
bajo el influjo de Michael Gira, Mikel Laboa o John Fahey. A pesar de
la sencillez y parquedad de su enfoque, el oyente es sumergido en un
fascinante microcosmos en donde hay más variedad de lo que uno podía
creer en un principio: lo mismo se nos presenta como un encantador de
serpientes que nos hipnotiza con su belleza envolvente (“Gure
gogoa”) que se enfrasca en estructuras de una o dos notas repetidas
de manera obsesiva que sirven de cable de acero sobre el que Atanas
ejerce de funambulista haciéndonos sentir el vértigo y la atracción
del vacío (“Suharriak”, “Gure etxean gaude”), o bien nos
atrapa con sonidos cortantes que cercenan e infectan la carne como
cuchilla oxidada (“Aintzina, basabereak”), o se retuerce como un
faquir sobre la cama de clavos en las misteriosas “Sugeak orain”
y “Aurka” mientras, por turnos, nos va susurrando al oído
frágiles melodías o recitando como un chamán poseído o gruñendo,
aullando, rugiendo o bramando sonidos de origen animal. El final del
viaje nos arrastra como el mar hacia la bellísima explosión
catártica de “Badaude”, completando así el tránsito tras haber
atravesado las siete esferas del cielo ptolemaico desde Saturno hasta
el Sol, culminando así la transmutación de los metales partiendo
del zinc hasta llegar al oro.
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