lunes, 5 de enero de 2009

EYEHATEGOD




Eyehategod son los proveedores oficiales de misantropía de Nueva Orleans, U.S.A. Formados en 1988 por miembros de diversos grupos hardcore de su zona, el objetivo inicial del quinteto fue destrozar almas, mentes y corazones con una música que combinaba los riffs primigenios de Black Sabbath y Saint Vitus, la densidad de los Melvins, la energía de Black Flag, el sonido arrastrado del doom y la rabia del hardcore y el punk. Todo esto con unos ritmos lentísimos, con una atmósfera oscura y amenazadora y aderezado con una buena dosis de alcohol, drogas, auto-odio, alienación, depresión y violencia. Un sonido peligroso, sórdido, pero muy excitante. Profetas del fin del mundo, abanderados de la degeneración moral de la sociedad, violadores del sueño americano y de todos los sueños en general. Música hecha por marginados sociales para marginados sociales. A esta propuesta sonora se le llamó “sludge”, y Eyehategod fueron los principales exponentes del género junto a sus compatriotas Grief, creando así un estilo que influyó a infinidad de bandas posteriores como Bongzilla, Iron Monkey o Electric Wizard, y ya en España a grupos como Moho o Lords of Bukkake.

A lo largo de sus discos, las guitarras de Jimmy Bower y Brian Patton y su afinación gravísima recogen los ecos de Tony Iommi, Randy Holden y el Hendrix más incendiario, pero llevando su sonido al límite de las bajas frecuencias. Su muralla sónica nos oprime y asfixia a través de unos riffs agónicamente lentos pero cargados de tensión y electricidad. El feedback y los acoples siempre fueron parte fundamental del sonido Eyehategod, elementos a los que recurrieron insistentemente en cada una de sus canciones. Porque además del sonido de los riffs, los guitarristas buscaban constantemente el feedback no como algo accidental sino de manera consciente, como una parte más de la atmósfera electrificada de sus temas. Además de los riffs ralentizados y oscuros el grupo siempre tuvo cierto aire blues e influencias del southern rock, saliéndose de la ortodoxia sludge/doom para adentrarse a veces en ritmos con swing e incluso pegadizos, todo ello empapado en litros de alcohol y sustancias alucinógenas, y sin perder ni un ápice de su brutalidad. La base rítmica suena fluida mientras el batería Joe LaCaze martillea con contundencia en los pasajes lentos y se descontrola en los contados momentos en los que el grupo se acelera y ataca riffs cercanos al hardcore. El vocalista Mike Williams vomita sus textos con rabia mientras supura bilis por la boca y se destroza la garganta sin piedad. Sus gritos, desgarradores y chirriantes, le salen del estómago y a veces de un poco más abajo. No se puede entrar aquí en consideraciones sobre si esto es cantar o no, aquí de lo que se trata es de expresar rabia, odio, frustración, agresividad, y el tío lo hace de manera sincera y convincente. Sus textos, de clara inspiración Bukowskiana, insisten una y otra vez en los mismos temas: soledad, depresión, alcohol, drogas, confusión, miedo, paranoia, angustia, violencia, frustración, asco, auto-destrucción, relaciones fracasadas, aislamiento... Todo ello desde una perspectiva desengañada, irónica y con un sentido del humor negro y políticamente incorrecto.

Eyehategod debutaron en 1992 con “In the name of suffering”, su disco más corrosivo, crudo y brutal. Ya estaban aquí todos los elementos que caracterizaban al grupo, riffs Sabbathianos combinados con la rabia del hardcore, sonido deprimente, mala hostia, atmósfera oscura y sucia, cantidades intolerables de feedback, pero en un estado más primitivo y salvaje que en posteriores trabajos. A destacar temas como “Depress”, “Man is too ignorant to exist” o “Children of god”. La presentación del disco, como siempre ha sido habitual en ellos, estaba muy cuidada: fotografías abundantes de material quirúrgico, operaciones, ejecuciones públicas, indigentes, supervivientes de catástrofes, edificios en ruinas, cuerpos heridos, radiografías, imágenes religiosas descontextualizadas, etc.

Su segundo disco fue “Take as needed for pain”, de 1993, para muchos su mejor álbum. Grabado en el decimotercer piso de unos grandes almacenes abandonados, su sonido es más compacto y denso que en su debut, y las composiciones suenan increiblemente fluidas, conservando su aire viscoso, hostil, opresivo y arrastrado pero con más ecos del southern rock y con algunos riffs setenteros absolutamente gloriosos. Durante la grabación del disco el cantante vivía en la indigencia ya que su novia lo había echado de casa y este se vió obligado a residir en una habitación abandonada y ruinosa encima de un club de strip-tease, lo cual le da un sabor más sórdido a la ya de por sí desgarradora y salvaje interpretación. Títulos como “Sisterfucker”, “Disturbance” o “Crimes against skin” hablan por sí solos.

El tercer trabajo de Eyehategod se publicó en el año 1996 y se titulaba “Dopesick”, esta vez con el capo Bill Anderson a los controles. Más de lo mismo: sludge increiblemente guarro, sucio, violento, agónico, enormes riffs pseudo-southern obscenamente pegadizos y niveles de distorsión y feedback mortales. Las sesiones de grabación fueron caóticas: consumo de alcohol y drogas, todo tipo de accidentes y un comportamiento tan salvaje que los propietarios del estudio llamaron a la discográfica para advertirles que si el grupo no moderaba su actitud les expulsarían de allí y el disco lo terminaría de grabar su puta madre, aunque al final no llegó la sangre al río. Temas como “Ruptured heart theory”, “Non-conductive negative reasoning”, “Lack of almost everything” o “Zero nowhere” son auténticas declaraciones de intenciones.

En 2000 salió el que hasta la fecha es su último disco, “Confederacy of ruined lives”, con un sonido más limpio y pulido en comparación con anteriores trabajos (dentro de lo limpios que pueden sonar Eyehategod) y con un aire todavía más bluesero y southern rock, aunque sin alcanzar el nivel de sus anteriores clásicos. Además de esto el grupo ha editado algunas recopilaciones de singles, rarezas, directos y temas inéditos y sus diversos miembros han colaborado en diversos proyectos interesantes pero que no han llegado a la intensidad de Eyehategod. Mencionar también que el vocalista Mike Williams tuvo serios problemas de adicción a la heroina lo que le condujo incluso a la cárcel durante unos meses en 2005 por posesión ilegal de sustancias estupefacientes. Según parece solucionó su problema tras salir en libertad. Ahora sólo queda esperar y ver cómo evoluciona el grupo después de esta azarosa y caótica existencia, aunque está claro que con ellos la bronca está asegurada.

1 comentario:

Maquina dijo...

Lo mejor que ha parido el metal despues de Black Sabbath.

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