Recibamos la nueva Oración para PJ a propósito de su nuevo disco con John Paris:
Pj Harvey que estas en celo
Santificado sea tu arte
Venga a nosotros tu cuerpo
Hágase tu voluntad tanto en la tierra como en el infierno
Danos hoy nuestro LaFam de cada día
Pendona nuestras ofensas
Como también nosotros pendonamos a los que te la meten
Dejanos caer en la tentación y libranos del mal rollo
Awoman.
PJ Harvey & John Parish - I want your fucking ass!(Live)
domingo, 29 de marzo de 2009
lunes, 23 de marzo de 2009
BILL FRISELL - History, Mystery (2008)
Todo un tour de force este nuevo trabajo del guitarrista Bill Frisell, hasta una treintena de canciones donde se acompaña de excelentes músicos que reportan una variada instrumentación: bajo, batería, violín, viola, violonchelo, saxofón , clarinete y corneta.
La portada del History, Mystery resulta muy acorde con su contenido, dentro nos encontramos unos temas introspectivos, también tristes y melancólicos, pero sobre todo ausentes. Alguna vez nos quedamos con la mirada fija en un punto cualquiera, tenemos la vista pérdida y no vemos realmente nuestro objetivo, solo rememoramos de manera inconsciente sin que ningún vocablo se refleje en nuestro pensamiento, imágenes se perfilan delante de nuestro ojos que son solo un reflejo de nuestros pensamientos. Generalmente en estos casos invocamos una reflexión sobre algo que nos puede faltar, algo que podemos anhelar , al igual que en el protagonista de la obra de Proust "En busca del tiempo pérdido". Este estado del ser es el que podemos percibir o nos puede evocar sus nuevos desarrollos instrumentales.
El siguiente video no es oficial pero las imagenes van bastante acorde con el contenido:
Bill Frisell - Probability Cloud
martes, 17 de marzo de 2009
Nacho Cerdá: Aftermath
La obsesión por la muerte y sus efectos sobre el cuerpo humano han sido una constante en el mundo del arte y el pensamiento durante siglos. Saber si hay algo después de la muerte o si por el contrario nos tenemos que enfrentar a la simple descomposición de la materia orgánica. ¿Hay algo más que el cuerpo? ¿Algún resquicio para la esperanza? ¿El alma? ¿El espíritu? Tras largos años de meditar sobre el tema y tras una visita a una sala de autopsias real en la que presenció el humillante trato que se le propinaba a los cuerpos, Nacho Cerdá decidió plasmar en “Aftermath” (1994) su personal visión sobre la realidad post-mortem, una visión absolutamente nihilista y desesperanzada sobre lo que le ocurre a nuestro cuerpo una vez hemos muerto.
A pesar de lo explícito y crudo de sus escenas, que llegan a unos niveles de realismo escatológico difíciles de soportar, esta obra nada tiene que ver con el género “gore”: sus raíces van mucho más allá y conectan con temas metafísicos y existenciales. No estamos ante una obra para entretenerse ni para pasar el rato sino que nos encontramos ante un ejercicio de terrorismo espiritual y cultural, un trabajo extremadamente radical y nihilista, una propuesta sobrecogedora pero necesaria.
Un cortometraje de 30 minutos sin diálogo, con el “Requiem” de Mozart sonando de fondo combinado con los sonidos fríos de una sala de disección real (el Instituto Anatómico Forense de Barcelona, del que Nacho Cerdá comentó que si las autoridades llegan a saber lo que estaban grabando allí dentro no les hubieran dejado entrar) y unas imágenes de perturbadora e inquietante belleza. Por increíble que parezca, las escenas de necrofilia en “Aftermath” llegan a extremos de belleza estética arrebatadores, a diferencia de filmes como “Nekromantik”, una película también interesante aunque con un enfoque totalmente distinto y con la cual se han hecho comparaciones bastante injustas. “Aftermath” ofrece una belleza abyecta y degenerada, que despierta fuertes sensaciones en el espectador, pero su fuerza y atractivo es extrañamente seductor.
La obra alcanza niveles de calidad artística y estética que nada tienen que ver con la parafernalia de sangre y tripas del “gore”: en “Aftermath” hay un trabajo de interpretación, fotografía, iluminación y sonido cuidadosamente diseñado para conseguir el máximo efecto sin recurrir a la exageración ni a lo grotesco. Aquí es al contrario, en la obra de Cerdá lo que duele es el exceso de realismo.
Además de la muerte, otro de los temas principales de “Aftermath” es la soledad: una soledad aplastante, asfixiante, que aisla y deshumaniza a las personas y las hace llegar a límites de deterioro mental y degeneración insospechados. El protagonista, que trabaja en una sala de disección, parece una persona normal al principio del corto, pero poco a poco vamos entrando en su infierno interior (aunque sólo nos asomamos al borde de su abismo) y vamos descubriendo que sus carencias afectivas lo han convertido en un personaje extremadamente inestable y desequilibrado, en un pervertido monstruoso, de ahí que practique todo tipo de atrocidades, vejaciones, humillaciones y violaciones sobre el cadáver de una joven (las influencias de J.G. Ballard y obras como “Crash” y “La exhibición de atrocidades” se notan). La interpretación del actor Pep Tosar es totalmente convincente, de hecho Nacho Cerdá confesó que llegó a asustarse en algunos momentos del rodaje debido a la transformación tan brutal que sufría Pep en algunas escenas. Según parece, varios miembros del equipo de rodaje tampoco se sentían excesivamente cómodos con la situación.
Obra de culto en el cine underground más extremo, “Aftermath” es un trabajo catártico que sacude nuestra conciencia y nos hace enfrentarnos cara a cara con la realidad más brutal, indigesta e incómoda, golpeándonos con verdades dolorosas y con imágenes inolvidables.
miércoles, 4 de marzo de 2009
Mick Harris / Martyn Bates: Murder Ballads
El género de las “Murder Ballads” (consistente en la narración poética de crímenes escabrosos) tiene su origen en países como Inglaterra o Escocia hacia el siglo 16 y tuvo gran repercusión en los siglos 18 y 19. También fue exportado a los Estados Unidos, donde arraigó rápidamente. Las truculentas y morbosas historias no tenían un origen culto y literario sino que provenían de la tradición oral, del folklore y la imaginería popular, y surgían de los estratos bajos de la sociedad, donde se escuchaban con fervor religioso. Las historias han venido cantándose y contándose a través de los siglos, afectando a su estructura pero no a su fondo. Así pues, comprobamos que la fascinación por lo peligroso, por lo ilegal, la sed de sangre, muerte y morbo no es algo que pertenezca en exclusiva a nuestra época sino que es algo que ha fascinado a los humanos durante siglos. La muerte, y en especial la muerte violenta, es algo que simultáneamente perturba y fascina a nuestra psique.
Mick Harris y Martyn Bates decidieron re-visitar este género desde una perspectiva experimental post-moderna y editaron tres discos bajo el título común de “Murder Ballads”: primero grabaron “Drift” en 1994, “Passages” en 1997 y finalmente “Incest songs” en 1998, todos ellos a través del sello italiano Música Máxima Magnética y más tarde re-editados en un triple cd por Invisible Records.
A lo largo de esta trilogía, Mick Harris crea un fondo sonoro basado en drones profundos, glaciales, hipnóticos, desoladores, auténticas oleadas amorfas de electricidad que aparecen y desaparecen orbitando alrededor de un agujero negro, dejando espacio para el silencio y el vacío metafísico. Las referencias a su otro proyecto Lull son inevitables, así como los ecos de Main, Lustmord, Steve Roach o los momentos más atmosféricos y minimalistas de Maurizio Bianchi.
Sobre esta inmensa estructura sónica, Martyn Bates entona melodías basadas en el folk tradicional británico e hipnotiza al oyente con su claro, delicado y hermoso hilo de voz mientras va desgranando sus historias: novios matando a sus prometidas (“The death of Polly” y “The murder of Maria Marten”), infanticidio (“Long Lankin” y “The cruel mother”), relaciones incestuosas que terminan en muerte (“Lucy Wan” y “Sheath and knife”) y todo tipo de pasiones desbordadas, tentaciones fatales, almas atormentadas, sangre, cuchillos, lágrimas, cuerpos enterrados, personajes perseguidos que se ven obligados a auto-exiliarse, miedos ocultos, secretos inconfesables, amargura, crueldad, la obsesión por el pecado, la expiación, el remordimiento... Toda una galería de personajes y situaciones provenientes de la tradición popular y del inconsciente colectivo.
El efecto que producen estas extensas composiciones (entre 12 y 17 minutos de duración cada una) es terrible y hermoso al mismo tiempo: la música es increíblemente oscura y las historias que se cuentan son perturbadoras, pero al mismo tiempo el dúo Harris-Bates construye con afán artesanal una bellísima y narcótica atmósfera, repleta de sugerentes imágenes, ecos, resonancias ancestrales, reminiscencias medievales y vestigios atávicos, uniendo tradiciones culturales lejanas en el tiempo (isolationism, ambient, folk) y creando un nicho que muy pocos hasta ahora se han atrevido a frecuentar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)