martes, 20 de mayo de 2014

JAN SVANKMAJER: "Conspirators Of Pleasure" (1996)


Caminando por la ciudad de madrugada, muchas veces me he preguntado qué es lo que se escondía tras esas cortinas, persianas y puertas cerradas de casas y edificios. Qué tipo de prácticas, de actos, de perversiones innombrables estaban siendo llevadas a cabo por ciudadanos respetables que durante su faceta diurna aparentan ser grises e inofensivos, pero que en la intimidad se convierten en sátiros insaciables y siempre insatisfechos. Nuestra mirada se cruza con la de alguien al que no hemos visto en nuestra vida, y al que no volveremos a ver jamás, y durante esas décimas de segundo notamos algo que nos hace plantearnos qué puede haber hecho esa persona unas horas antes (qué habrán tocado sus manos, dónde habrá hundido su lengua, qué objetos habrán acariciado o golpeado su cuerpo) para después seguir cada uno nuestro camino. Todos esos deseos inconfesables que son realizados de puertas para adentro, sin que nadie lo sepa. Todo el vicio y la degeneración que el ser humano posee en su alma, por mucho que la educación y la civilización hayan intentado reprimir y ocultar. Es precisamente esto lo que Svankmajer nos muestra en “Conspirators of Pleasure”: vemos las vidas de varios ciudadanos anónimos y aparentemente normales, pero que en su intimidad se entregan a las prácticas eróticas más inusuales y grotescas. Estos exploradores del placer, guiados ciegamente por sus obsesiones y su deseo imposible de reprimir, entrecruzan sus caminos, sus pasos y sus miradas por la ciudad de Praga. El objetivo de Svankmajer en esta película era el ensalzar la libertad absoluta y el auto-erotismo, convirtiendo el cuerpo entero en una gigante zona erógena donde cualquier parte de nuestra anatomía sea capaz de sentir placer, en una visión sexual influida por Sade, Sacher-Masoch, Buñuel y Ernst, entre otros. Svankmajer, el maestro del surrealismo más perverso y morboso, nos ofrece una película que, a pesar de ser muda, no pierde ni un ápice de intensidad ya que los sonidos, la música y ese impresionante despliegue visual de sugerentes imágenes nos sumergen en un mundo irreal donde los personajes dan rienda suelta a sus pasiones más secretas y a las prácticas más extravagantes. Una película tremendamente erótica y sensual, en la que los cuerpos humanos y las sensaciones ocupan un lugar predominante, enfocados desde una perspectiva que combina lo absurdo y lo hermético con el humor más negro imaginable. Fetichistas, sádicos y masoquistas, los personajes de “Conspirators of Pleasure” buscan sin descanso el placer extremo, como el vecino y la vecina, solitarios y anónimos, que entran en una espiral sado-masoquista de delirio mórbido y violento en la que él se convierte en un gallo totémico, en un semental desbocado que termina exterminando al objeto de su deseo, mientras que ella, inmersa también en ese juego auto-destructivo, se sueña como una dominátrix que humilla, castiga y asesina a su vecino, convertido en un enclenque muñeco de paja. El resto de personajes también viven entregados al placer, cada uno atrapado en su propio mundo de deseos y sueños compulsivos, como la empleada de correos que esnifa bolas hechas con miga de pan para después extraerlas de su propio cuerpo y dárselas de comer a unos peces que chuparán los dedos de los pies de una presentadora de televisión que llega al orgasmo en antena mientras el propietario de una papelería, enamorado de su imágen televisiva, la ve en directo, mientras goza con una máquina auto-erótica con la que sueña que su musa se le entrega, o ese policía que ha creado diversos juguetes sexuales hechos de clavos, brochas, cepillos, plumas, para así poder acariciar su cuerpo de arriba a abajo hasta el clímax en una explosiva mezcla de placer y dolor... Todos ellos maquinando sin descanso en búsqueda de un único objetivo, para terminar la película y ver que el proceso puede continuar hasta el infinito, intercambiándose los papeles y los deseos, encerrados en un laberinto de rituales psico-sexuales sin fin, para así empezar otra vez en un bucle infinito de obsesión, lujuria y placer.

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