martes, 29 de marzo de 2011

ANDREY ISKANOV



El director ruso Andrey Iskanov es uno de los mejores exponentes del cine fantástico de la última década. Su propuesta transgrede las normas del género para adentrarse en terrenos más experimentales y poco convencionales, fusionando surrealismo macabro, experimentación audio-visual y violencia gráfica extrema. Su filmografía hasta el momento incluye tan sólo 3 películas que han contribuido a crear una estética propia, Iskanoviana por así decirlo, con ecos del críptico “Eraserhead” de David Lynch, los elementos cibernéticos y apocalípticos del “Tetsuo” de Tsukamoto, el onirismo de “Begotten”, la estética decadente de las primeras obras de Cronenberg y Buttgereit y los terrores nocturnos de Jan Svanmaker. Iskanov se ha convertido en una figura de referencia en el cine más radical de los últimos años en los ambientes más underground y anticomerciales. A continuación repasaremos sus películas.

Su primer film se titula “Nails” y es de 2003. En él vemos al personaje principal (“Hitman”), un asesino a sueldo cuya conciencia le tortura hasta legar al extremo de que los recuerdos de sus víctimas le obsesionan y le impiden vivir tranquilo. El paisaje opresivo y desolado de una anónima ciudad en Siberia, con sus bloques de edificios y sus luces de neón sirven de telón de fondo para la progresiva degeneración mental del protagonista. Ante una existencia insoportable, en la que las imágenes de los cadáveres de sus víctimas se le aparecen en sueños y sus voces no dejan de resonar en su interior, decide hacer algo para escapar a todo ese dolor que le atormenta. Tras informarse sobre el tema, el hombre decide practicarse a sí mismo diversos ejercicios de trepanación, insertándose clavos en el cerebro, unos clavos que, en contacto con ciertas zonas de su cerebro, le provocan visiones y alucinaciones con las que puede huir de la realidad. Poco a poco se va obsesionando con estas visiones y con la posibilidad de penetrar en una dimensión paralela, así que decide continuar insertándose más y más clavos mientras se dirige inexorablemente hacia una espiral de paranoia, caos, locura y auto-destrucción. Aquí Iskanov nos muestra ya una de sus grandes virtudes: la de plasmar en el celuloide las alucinaciones del personaje, cuya realidad cotidiana se va modificando progresivamente, los objetos circundantes pierden su forma, todo lo ve borroso y envuelto en la niebla, los sonidos se transforman, de las latas de conservas ya no caen alimentos sino ojos, dedos, insectos y masas gelatinosas. Iskanov nos muestra con maestría en diversos pasajes oníricos las alucinaciones del personaje a través de unas secuencias surrealistas, caleidoscópicas, retorcidas hasta lo indecible, en pleno trip psicodélico, imágenes que nos deslumbran por su gran belleza e impacto, repletas de tintes y filtros de colores que deforman nuestra visión, y que van ganando en intensidad hasta llegar al delirante final de la película.

Su segundo trabajo se llama “Visions of suffering”, de 2006. En este trabajo Iskanov profundiza en las directrices formuladas en su debut, pero esta vez se centra no en el mundo de las alucinaciones sino en el de las pesadillas. El protagonista del film sufre unas terribles pesadillas cada vez que llueve. Estos amenazadores sueños amenazan con destruir su equilibrio psíquico y su vida. Poco a poco los personajes van penetrando en el orígen y significado de estas pesadillas, en una historia que combina el vampirismo, la sexualidad reprimida y el uso de drogas como elemento para conseguir estados de conciencia superiores. De nuevo Iskanov nos deslumbra con su capacidad para reproducir esas pesadillas en la pantalla: los elementos oníricos, los viajes psicotrópicos, los juegos de colores y sombras, las asociaciones surrealistas que combinan lo macabro con lo absurdo y bucean en océanos del inconsciente colectivo, donde se retuercen miedos irracionales. Los personajes se mueven en paisajes apocalípticos de naturaleza post-industrial, envueltos en la lluvia y la niebla. A nivel visual la película (al igual que sucede con “Nails”) es fascinante, y esta es una de las características que hace que la obra de Iskanov sea tan especial: la fotografía está cuidada al detalle, el trabajo de post-producción da como resultado unos fotogramas que son auténticas obras de arte, con un estilo visual muy personal, perturbador y absolutamente fascinante.

Su último trabajo hasta la fecha es “Philosophy of a knife” (2008), su obra más radical y polémica. En este trabajo Iskanov abandona la temática fantástica de sus dos films anteriores para ofrecernos una historia basada en hechos reales sobre los experimentos que tuvieron lugar en la llamada Unidad 731 a cargo de los médicos japoneses en los años 30 y 40. La película, rodada en un blanco y negro brutal y presentada como un “falso documental”, combina la estética desolada y post-industrial típica de Iskanov con material real de archivo tanto de guerra (soldados en plena batalla, cadáveres y ejecuciones) como material médico (intervenciones quirúrgicas, autopsias, imágenes de víctimas de experimentos). Iskanov retrata sin piedad todo tipo de experimentos médicos y atrocidades que ocurrieron en la Unidad 731: armas bacteriológicas, enfermedades y virus variados, exposición del cuerpo humano a condiciones extremas, en fin, un catálogo de atrocidades en las que los prisioneros son simples cobayas a merced de los médicos japoneses. Así como hay directores que prefieren sugerir en vez de mostrar, Iskanov opta por lo contario: no nos sugiere sino que muestra explícitamente, con todo lujo de detalles y con una parsimonia espeluznante, las imágenes de los experimentos médicos más salvajes, desde una perspectiva realista, dura e impactante: despellejamientos, extirpación de dientes, electrocutamientos, cámaras de descompresión, introducción de insectos en el cuerpo, vivisección, el umbral del dolor... Y todo ello durante 4 horas y media que es lo que dura la película. Muchas personas han descalificado esta película debido ya no sólo a su duración sino a la crudeza y brutalidad de sus imágenes, que en ocasiones parecen tan reales que podían pasar por un documental. Hay que dejar claro que“Philosophy of a knife” no es un simple desfile de atrocidades gratuitas sino que es una obra con clara intención artística: Iskanov se esfuerza en convertir cada fotograma, cada secuencia, cada enfoque, en una experiencia visual y artística plenamente satisfactoria, una experiencia irreal y onírica. Así pues, lo que en un principio es algo terrorífico como son las torturas y experimentos médicos que se nos muestran, se convierten en arte a través del filtro mágico de la camara de Iskanov. Un arte degenerado, terrible e insoportable para muchos, pero nunca se dijo que el arte debiera ser algo fácil y reconfortante, hay gente que en el mundo estético prefiere los desafíos y sumergirse en los infiernos más oscuros. “Philosophy of a knife” es sin duda una de las obras más extremas y radicales en lo que llevamos de siglo 21, es más, diría que de toda la historia del cine, un trabajo fascinante y terrible al mismo tiempo, que nos muestra hasta dónde puede llegar la crueldad y perversidad humanas.

Aquí concluye este viaje por la obra de Andrey Iskanov, cuya nueva película (“Ingression”) está recién finalizada y promete ser un regreso a su anterior mundo onírico. Estaremos atentos para ver lo que nos depara una vez más la imaginación del maestro ruso.

jueves, 17 de marzo de 2011

YEN POX


El dúo norteamericano Yen Pox son uno de esos clásicos prácticamente desconocidos de la escena dark ambient de los 90. En su época se les llegó a comparar con gente como Lustmord, Robert Rich, Thomas Köner y Lull, aunque por diversas circunstancias nunca llegaron a tener la repercusión que tuvieron los mencionados artistas. A pesar de eso, sus escasas grabaciones se convirtieron en objeto de culto.
Sus primeras grabaciones, como el cassette “Yen Pox” de 1993, combinaban los sonidos más oscuros de corte ambiental con elementos ruidistas e industriales, desde una perspectiva casi mística y ritual.
El dúo pulió y refinó su sonido para su obra maestra “Blood music” de 1995, simplificando su propuesta y dejando de lado los elementos ruidistas para centrarse en un dark ambient minimalista, denso y absorbente, creando paisajes húmedos, cavernosos, desolados y oscuros, donde las texturas fluyen libremente sin elementos ni melodías que perturben la escucha.
Sus atmosféricas composiciones se mueven lentamente a través de drones, masas y nebulosas sonoras que conectan con los albores de la humanidad y con los límites del universo, con gélidos vientos estelares, planetas en lenta rotación sobre su eje o mareas subiendo incesantemente.
A pesar del enfoque tan minimalista (una escucha superficial puede dar la impresión de que nada sucede) muchas cosas laten en el fondo de estas composiciones para el viajero experto: sonidos misteriosos de origen desconocido que evolucionan y se metamorfosean majestuosamente, formas que se mueven sinuosamente, capas de sonidos y colores que se unen, entrelazándose y separándose con gran belleza.
La música de Yen Pox tiene un carácter claramente introspectivo: sus oleadas de oscuridad y vibraciones subterráneas afectan a determinadas partes de nuestra conciencia y nuestro aparato receptor, ralentizando las pulsaciones y sumergiéndonos en una dimensión extraterrenal, guiándonos en un auténtico viaje hacia nuestro interior más oculto, hacia zonas desconocidas y prohibidas de nuestro ser.

domingo, 6 de marzo de 2011

EL RUIDO ES BELLEZA

Un repaso a los momentos clave del ruidismo y la música industrial en el siglo XX. La lista está abierta: se admiten sugerencias ruidófilas.

LUIGI RUSSOLO.
Sin él, esto no sería lo mismo. Escribió el manifiesto “El arte de los ruidos” en 1913, y a partir de ahí empezó a dar sus conciertos (pioneros del noise y la música experimental) con su máquina “Intonarumori”.

PIERRE SCHAEFFER.
El trabajo de Schaeffer y su Groupe de Recherches Musicales en los años 50, así como sus colaboraciones con Pierre Henry, dieron como fruto la creación de la “música concreta”. Grabaciones de trenes, fábricas, motores y todo tipo de ruidos extraidos del mundo real y posteriormente manipulados en el estudio para crear nuevas dimensiones sonoras. El ruido empezó a percibirse como arte.

EDGAR VARESE.
Uno de los grandes revolucionarios en la música del siglo XX. Su composición “Deserts” (1954) fue la primera pieza que combinaba instrumentos clásicos con ruidos pregrabados de fábricas y maquinaria industrial. Sus trabajos para percusión fueron precursores en transmitir la brutalidad y alienación de las cadenas de montaje del futuro.

KARLHEINZ STOCKHAUSEN.
Su trabajo fundamental, “Kontakte” (1959), es uno de los clásicos de la música electrónica, una fuente inagotable de placer y conocimiento.

IANNIS XENAKIS.
Creó sus obras fundamentales en los años 50 y 60, profundizó en la “tape music” y creó deslumbrantes universos sónicos que incluían todo tipo de ruidos y fuentes sonoras (motores, terremotos, hierros). Hoy en día todavía suena moderno y extremadamente radical.

AMM.
Pioneros en los años 60 en el campo de las improvisaciones free electrónico-ruidistas.

KLUSTER.
El grupo más extremo surgido del krautrock alemán en los primeros años 70. Formado por figuras míticas del movimiento como Conrad Schnitzler, Hans-Joachim Roedelius y Dieter Moebius. Paisajes electro-acusticos tremendamente oscuros y opresivos, sentando las bases de lo que después sería la música industrial.

KRAFTWERK.
Sus dos primeros discos encajaban perfectamente en la estética industrial por su uso del ruido, las secuencias mecánicas y repetitivas (fiel reproducción de las fábricas en su Düsseldorf natal) y las atmósferas saturadas y electrificadas.

FAUST
Experimento comunal que combinaba ruido, técnicas de collage sonoro y manipulación de sonidos, krautrock y locura generalizada.

THROBBING GRISTLE.
Propulsores de la “música industrial para gente industrial”. Absolutamente rompedores tanto en su propuesta sonora como en sus letras, actitud y estética. Con su mezcla de krautrock, experimentos electrónicos, punk, performaces subersivas y temáticas tabú, fueron los primeros en hacer música industrial tal y como la conocemos hoy en día.

SURVIVAL RESEARCH LABORATORIES.
Proyecto fundado en California a finales de los 70 por Mark Pauline y dedicado a todo tipo de violentas performances protagonizadas por máquinas, robots, restos de animales, basura, fuego y ruido industrial, sumidos en un ritual autodestructivo e inquietante.

EINSTURZENDE NEUBAUTEN.
Pasaron el krautrock por el filtro de la música concreta, el ruido (mítico el uso que hacían de las taladradoras) , la percusión metálica y el punk para así convertirse en un grupo legendario de la escena industrial.

NURSE WITH WOUND.
Sus primeros trabajos son una fascinante mezcla de música contemporanea, free jazz, krautrock, música concreta, ruido y surrealismo onírico y absurdo.

THE HAFLER TRIO.
Misterioso y enigmático grupo que mezclaba loops, samples, drones y música concreta.

NON.
Perturbadores drones, oscuros paisajes sonoros, experimentos inefables con el sonido.

WHITEHOUSE.
Pioneros en la escena del Power Electronics a principios de los 80, posteriormente imitados por miles de grupos. Brutal mezcla de ataques de ruido, gritos desgarradores, saturación máxima, perversiones sexuales, violencia sin límites y exposicion de los instintos más sucios del alma humana. Quizás el grupo más extremo de la historia.

SWANS.
En los años 80 su música se basaba en aplastantes y lentos bloques de sonido, ritmos obsesivos, atmósfera ultra-tensa y unas voces brutales y obscenas. Obra maestra su doble disco en directo “Public castration is a good idea”de 1986.

ESPLENDOR GEOMÉTRICO.
Estructuras de sonido saturadas, mecánicas y machaconas. Pioneros en la escena industrial-ruidista y sin posible comparación con lo que a principios de los 80 se estaba haciendo en España.

MERZBOW.
Lo que en un principio puede parecer un impenetrable muro de ruido nos revela numerosas capas de sonido y texturas, imágenes y grados de intensidad tras sucesivas audiciones. Figura clave del llamado “Japanoise”.

LUSTMORD.
Atmósferas subterráneas, enormes olas de sonido, drones misteriosos. Oscuro a más no poder pero bellísimo al mismo tiempo.

GODFLESH.
Estructuras sónicas lentas, corrosivas, disonantes y deformes inmersas en un mar de feedback y ruido. Un cruce entre Swans, Big Black, Killing Joke y Black Sabbath.

AUTECHRE.
Ambientes glaciales, sonidos crepitantes de origen desconocido, estructuras repetitivas de precisión matemática.

MAIN.
Sonidos ambientales de belleza impactante, drones y texturas ricas y profundas, ecos y reverb, pasajes cósmicos inductores al trance.

Para terminar, un pedazo de video de Survival Research Laboratories:
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